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lunes, 28 de octubre de 2013

Como una maldición, esa noche soñé con él. El día que escribí la última entrada. Y a la mañana siguiente ahí estaba. Normalmente no se conforma con aparecer solo en un sitio, abre varios frentes, por si acaso. Si le ignoro en el teléfono, aparecerá en el ordenador.

La dificultad para distinguir intenciones reales de bienquedismo es igual o quizás mayor que antes. Y eso me trastorna. Y huyo. Pero a la vez quiero volver y caigo. Y vuelvo a mirar la última conexión de los cojones y me siento mal pensando en con quién hablará a las 12 de la noche o a las 8 y media de la mañana. Y eso ya no tenía que ocurrir, así que le bloqueo.

Pero luego le desbloqueo. Y pienso. Pienso, pienso y no hago otra cosa. Y me ahogo pensando.

-Ahora las cosas te salen bien.

Y lloro. Y le insulto en voz alta y le digo que le odio.

Mi mejor amigo dice que celebrará su cumpleaños este fin de semana.

Teníamos un contrato, el Hobbit y yo, para este fin de semana. No he querido buscarlo, pero sé que lo guardé. Él lo escribió y yo lo firmé. El jueves nos disfrazaríamos de Sookie y Bill y follaríamos como si no hubiera un mañana.

Nadie ha dicho nada. Quizás ni se acuerde. Creo que soy tan insignificante para él que seguramente no se acuerda. Creo que cuando me dice que si tomamos un café es un bienquedismo más, como se lo dices a alguien que te encuentras por la calle. Por suerte no me lo he encontrado por la calle.

Si lo dijera en serio, me habría llamado cuando ha estado aquí. Aunque intentó escribirme por el invento diabólico ese y tenía el móvil apagado. Sí, es mejor tener el móvil apagado. La gente que te quiere no tiene ningún problema de acceso a ti aunque tengas el móvil apagado.

"Ahora soy mierda y no me quieres ni ver la cara".

Pues mira, sí, debí haberle dicho. Pero tampoco mentí, solo dije la verdad: "Siempre acabamos mal, y yo paso de llevarme más disgustos".

"No te hagas la víctima". Toma frase de anulador.

Si es que no tiene sentido. No tiene sentido que sienta esto. No tiene sentido que siga sintiéndome insultada simplemente por su presencia, casi por su existencia. Nada tiene sentido con él.

viernes, 11 de octubre de 2013

Cada vez que me cruzo un Audi me acuerdo de ti.
O cada vez que suena la Rueca.
También cuando paso por delante de ese bar. Siempre.
O cada ve que veo a Perry el Ornitorrinco.
Si me dicen que qué rara soy, entonces me acuerdo de cuando me dijiste que no era rara, que era especial.
Ayer me acordé de la noche de mi cumpleaños cuando me cogías la mano y me decías que estaba contigo y no iba a pasar nada.

Pero ya no tengo ganas de follarte en el Audi. Ni en ningún sitio.
Ni de cantar contigo las últimas canciones de la verbena.
De volver a ese bar en tu compañía, quizás de lo que menos.
Y nunca he visto entero un capítulo de Phineas y Pherb.
Sé que soy rara y no me importa. No necesito a nadie que me diga que soy especial. Porque ya sé que soy especial.
Ya no me preocupo de que me digas que no te acuerdas de cuando me dices cosas bonitas, porque ya no busco que me las digas, porque ya ni siquiera busco verte. De hecho, lo rehuyo.

No te echo de menos. Ni un poquito. Ya no. En serio.

Me acuerdo de ti todos los días. Todos. Todos. Pero no te echo de menos. Porque casi nunca hacías nada que pueda echar de menos. O, al menos, no lo hacías bien.

Lamento en lo que te has convertido. Si crees que siempre fuiste así, lo lamento doblemente, porque ya ni siquiera piensas. Pero sé que en el fondo lo sabes y te remuerde la conciencia. Entonces te pones a pensar en otra cosa, sales, haces el bienqueda un rato y luego te vas a la cama, te la cascas pensando en las tetas de la Gafapasta y duermes hasta las 5 de la tarde del día siguiente.

Después vuelves a esa ciudad maldita, en tu coche de persona con poder, en tu coche de gilipollas, con tu móvil de gilipollas.

Ni siquiera has vuelto a leer. Ahora vas a encierros. Antes pintabas conmigo carteles para ir dar por culo a la plaza de toros y sonreías mirándonos a los 20 tontos de siempre siendo insultados en la puerta.

Muchas veces me ha dado la impresión de que creías que estaba estancada. Otras me has dicho directamente que no me comportaba como una persona de mi edad.

Prefiero estancarme que retroceder, como tú haces, sobre todo si pienso que estoy avanzando cuando realmente lo que hago es lo contrario.

De verdad espero que seas feliz con tus dj's, con tu fiesta nacional y con tu trabajo en una de esas entidades que se ríen de todos nosotros. Y con tu no-personalidad. Con tu subdesarrollo emocional.

Yo te sigo queriendo, aunque no quiera, aunque sepa que si te conociera ahora jamás me enamoraría de ti. Pero ya sabes, es lo que tiene ser consecuente con tus actos, pensamientos y sentimientos. Ah, no, que no lo sabes.

De cualquier forma, cada vez te quiero con menos ganas. Y no sonrío ni cuando me cruzo un audi, ni cuando paso por el bar, ni cuando suena la Rueca ni cuando te recuerdo dándome la mano.

Ya no entro en tu perfil de Facebook ni miro en el móvil la última vez que has estado conectado. Me la suda con quién estés hablando.

Y ya.