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viernes, 8 de mayo de 2015

Huir. Huir sin mirar atrás.

Candidato seleccionado. Eso soy. Para un trabajo en Inglaterra, del que no sé si he hablado. Once meses de contrato. Sueldo not bad. Es trabajo y es lejos. No es definitivo, tengo que esperar aún un mes para saberlo seguro, aún se pueden echar atrás, aunque todo parece indicar que no. Empezaría en Agosto o Septiembre. Cuando lo pienso, me parece incluso que queda demasiado tiempo. Aunque tengo trabajo hasta finales de Junio. Es un trabajo de mierda, sí, pero menos da una piedra.

En una entrada de esas que no he publicado cuento que quizás tendría posibilidades de encontrar trabajo en Madrid. La idea, a largo plazo, no me desagrada pero, a corto plazo, me horroriza. Pensé que quizás me ponía excusas a mí misma para no intentarlo cuando el motivo de no quererlo es el miedo a reestablecer contacto con el Hobbit.

Ahora ya no importa mucho lo que sea, porque si tengo este contrato, es casi un año de curro, hay que cogerlo, es una oportunidad. Lo mejor sería tenerlo ya definitivo, no tener que esperar otro mes, ya que tengo otros planes secundarios que debo aceptar o rechazar... Sin embargo, la posibilidad de esto hace que deseche lo demás casi inmediatamente.

No hay nada como huir. Hace muchos años, cuando manifesté esta idea, una persona me dijo que nuestros problemas suelen estar dentro de nosotros y nos los llevamos allá donde vamos. Sí, cierto. Pero como dice la canción de Frozen (XD), "es curioso como la distancia hace ver las cosas más pequeñas; los temores que una vez me acecharon ahora no me pueden alcanzar". Pues eso.

Voy a ver cómo van mis yogures de soja caseros. Sigo con la dieta, sí, a cabezona no me gana nadie. Otra cosa es que funcione, porque debo de tener las hormonas muy revueltas, me duele la pierna operada y no puedo hacer actividad física. Ya veremos. La paciencia es la madre de la ciencia, dicen.


martes, 5 de mayo de 2015

Diario de una gorda

Que sepáis que la entrada anterior fue la 500. Menuda locura.

También que esta semana he empezado 4 veces una entrada llamada "Desde mi parte (más) racional". Imaginad por qué no las acababa... ¬¬

Pues nada. Es tarde. Las 12 de la noche. Y yo trasteando por foros de gordos y de dietas. Patético.

Llevo una semana a dieta, aunque no me atrevía a pesarme. Hoy por fin me he pesado. En los últimos 2 años he engordado más de 20 kilos. Sí, es impresionante, lo sé. Si el Hobbit me viera saldría huyendo despavorido por miedo a que me lo comiera. Mirándolo por el lado bueno, mi sobrepeso es mi muro de contingencia. Es obvio que no voy a dejar que me vea así.

Pues eso, llevo una semana a dieta. Estar a dieta es un sacrificio que pocos conocen. Estarlo de verdad, me refiero. Paso totalmente de regímenes hipocalóricos que luego tienen efecto rebote (del de verdad, no del que me ha hecho engordar a mí, que consiste en comer como una bestia a las 3 de la mañana). Hago una dieta de estas en las que la clave está en combinar bien los alimentos según su índice glucémico.

Hice esta dieta hace años y adelgacé 14 kilos en 4 meses o así. Sin esfuerzo comiendo, la verdad, aunque sí hacía bastante ejercicio que, aunque no adelgaza, te acelera el metabolismo, hace que no te quedes fofa y todas esas mierdas. Lo cierto es que actualmente no puedo mantener ese ritmo, me siento incapaz. De verdad, estar a dieta requiere casi una dedicación completa. Pero no hay vuelta atrás. Y si se hace, hay que hacerlo bien. Son muchos kilos los que necesito perder. No pensaba hacer ejercicio, o no mucho, pero entonces he visualizado mi cuerpo con una piel como la de Esperanza Aguirre y... uufff. Mañana debería empezar por salir a caminar. Si empiezo con la bici no aguantaré ni 7 minutos. Quizás sea mejor hacerlo temprano, para no quitarme tiempo de otras cosas (ya que no voy nada sobrada). También me he abastecido de cremas reafirmantes y levadura de cerveza. Es lo que hice la otra vez. Pero madre mía, no sé si tengo voluntad para todo esto. Pensaba empezar por la dieta e ir añadiendo, pero la realidad es que es un todo.

Qué esfuerzo tan grande requiere esto por mi parte. Es enorme. Tengo que entregar un trabajo el 11 de junio y apenas he empezado. Sólo pienso en si la dieta me funcionará otra vez igual de bien. Es la única que me ha funcionado en mi vida.

Dieta. Trabajo. Dieta. Trabajo. Dieta. Trabajo. Estrías. Trabajo. Flacidez. Trabajo. Gordura. Trabajo.

Y así estoy. En este bucle absurdo de dependencia absoluta de la sociedad. Deseadme suerte.

domingo, 3 de mayo de 2015

Efímero

Y salía de la sede de Seur con un paquete de Amazon en la mano imaginando que, si me vieras, sonreirías pensando en que lo poco que he cambiado. Divagando sobre  si me vieras cruzando la calle sin preocuparme de si vienen coches, centrada en mi paquete de libros, en mis pantalones de rayas y mis botas de pinchos, con ese moño a medio hacer estilo "y demasiado que no he salido de casa tal y como me desperté". Entonces me di cuenta de que no. No sonreirías. No pensarías eso. Ha pasado mucho tiempo. Y, en realidad, esas cosas te gustaban "al principio". Su encanto se acabó, probablemente, enseguida. Porque todo cambió enseguida. Porque todo pasó muy deprisa. Y hace mucho tiempo, aunque a veces lo olvide.

Y me vi allí sentada, en mi coche aparcado en doble fila, un poco en shock, sin ser capaz de mirar con normalidad al mundo, sin ser capaz de evitar que los recuerdos me nublasen la vista casi de forma literal. Dejé el paquete sobre el asiento del acompañante y entonces lo vi: un anillo. Estaba tirado boca abajo entre el asiento y la palanca de cambios. Pensé que sería algún prototipo de esos con chapas de los chinos que hice alguna vez, hace mucho tiempo, y quedó por allí, en el limbo de mi auto.

Pero no. No era uno de esos anillos. Era otro. Otro anillo, que había olvidado siquiera que existía. Lo recogí, lo giré para mirarlo y entonces me paralicé.


Lo observé fijamente, sin pensar en nada más, no sé durante cuánto tiempo porque me abstraje totalmente (quizás fueron un par de minutos). Entonces uno de los coches a los que estaba bloqueando el paso, pitó. Sí, ocurrió como en los libros, como en una serie de televisión. Guardé el anillo en un bolsillo y arranqué precipitadamente, sin esperar a que las luces del panel se estabilizaran después de poner el contacto. Huí de allí rápidamente, sin mirar al otro conductor, sin mirar atrás, como si eso me fuera a permitir huir de mis pensamientos y de tus recuerdos. Huí respirando hondo, como si con cada exhalación intentara expulsarte de mí. Llegué al semáforo rojo, cerré los ojos y respiré aún con más fuerza, como si al abrirlos todo fuera a haber desaparecido. Como si pudiera matarte con solo pestañear. Pero no puedo.

Y ahora, mientras tomaba café (he vuelto a todos mis vicios; menos a ti, claro), se me veía a la mente ese disco de Alkaline Trio que me llevé a Irlanda la primera vez que fui y que no he vuelto a escuchar. Se me vino a la mente esa canción que escuchaba entonces, cuando te dejé aquí después de liarme con el Elfo solo porque era eso lo que se suponía que tenía que hacer para olvidarnos, para destruirnos de una vez por todas (y tuve éxito, aunque a veces siga lamentándome de mi victoria). Esa canción que me hacía sonreír amargamente con su verso "corazones rotos, huesos rotos" porque yo tenía un brazo roto. Resulta, mira por cuanto, que es el verso que sale en la previsualización.

Decía la leyenda que tú escuchabas "Let her go" de The Passenger aquellos días. Bueno, pues aquí tienes lo que escuchaba yo, aunque ya dé igual:


Y, por si quieres saber otro secreto, ni siquiera recuerdo el nombre verdadero del Elfo. Dudo entre dos, pero no estoy segura. Lo sé, es patético y en algún momento de toda esta linea temporal te gustaría haberlo sabido, regodearte en tu sentimiento de que él, en realidad, no me importaba nada. De que lo hice por joderte. Pues, bueno, como siempre, mal y tarde... Lo tienes aquí.