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sábado, 24 de diciembre de 2011

O.o

Y dandole a enlaces doy con un nuevo blog http://intersexciones.blogspot.com/p/top-10.html leo y flipo...
Estare enferma de DESA?¿? O.o

Anormal


Hoy me he dado cuenta de que soy completamente anormal, o subnormal, ya no se ni como describirme.

Para empezar, odio la puta navidad, odio que todo el mundo sonría cuan mundos de Yupii que no existen. No soporto como gente que me ignora durante todo el año se acuerde de felicitarme la Navidad…no puedo.

Machos… y Cirueleces…  y en este caso es donde aparece mi anormalidad. Quedo con un chico con el que hace años simplemente me comia la boca, hablamos, estamos a gusto… pero empieza a ciruelar. Como pasa de mi, comienza a interesarme, haber ya me gustaba y me ponia, pero eso… comienzan aparecerme las ganas de verle.
Hoy nos hemos liado y no solo eso, que le he acompañado a una merendola con el equipo en el que juega…hasta ahí bien, por que se porta genial conmigo y es adorable… pero a la despedida me dice que si quiero formalizar “esto”… Me he ahogado… ¿Por qué me ahogo? ¿Por qué? Joder si me gusta, me pone… ¿Por qué aun cuando lo pienso, me cuesta respira?
Y de ahí viene lo de anormal… por que no solo soy anormal, sino que también algo gilipollas. Pero es que no me planteo lanzarme, ¡ Me acojona lanzarme! Me da miedo aciruelarme y que me de por el culo… no en el sentido literal de la frase… pero joder, ¡Estoy acojonada!



No puedo quitarme de la cabeza el rechazo, el email, la sensación de que se avergüenzan de mí. AAAAAAA¡ Maldito gnomo de mierda!, si ya era insegura, has conseguido matarme del todo. Y me jode reconocer que no eres mala persona, pero a mi me has destrozado la vida.
Al ciruelo no le quería… pero ¿soy capaz de volver a querer, de volver a confiar? ¿de compartir mi patética existencia con otra persona?
Y se que no es todo culpa de mi experiencia gnomil, que la inseguridad ya forma parte de mi… pero, aunque ya estoy respirando y sintiendo un nuevo aliento en mi piel, no estoy tranquila, antes de la declaración si que estaba feliz; pero ahora quiero meterme en mi cuarto, apagar el móvil y no volver a salir en una temporada larga.

sábado, 17 de diciembre de 2011

La no-conexión




For 27 years I've been trying to believe and confide in
Different people I've found.
Some of them got closer than others
Some wouldn't even bother and then you came around
I didn't really know what to call you, you didn't know me at all
But I was happy to explain.
I never really knew how to move you
So I tried to intrude through the little holes in your veins

And I saw you
But that's not an invitation
That's all I get
If this is communication
I disconnect
I've seen you, I know you
But I don't know
How to connect, so I disconnect

You always seem to know where to find me and I'm still here behind you
In the corner of your eye.
I'll never really learn how to love you
But I know that I love you through the hole in the sky.

Where I see you
And that's not an invitation
That's all I get
If this is communication
I disconnect
I've seen you, I know you
But I don't know
How to connect, so I disconnect

Well this is an invitation
It's not a threat
If you want communication
That's what you get
I'm talking and talking
But I don't know
How to connect
And I hold a record for being patient
With your kind of hesitation


Oh, I need you, you want me
But I don't know
How to connect, so I disconnect
I disconnect


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Mirad, mirad como desconecto que estoy haciendo guardia en las redes sociales porque sé que me andaba buscando hace un rato...




viernes, 16 de diciembre de 2011

¿Debilucha III?



Aún siendo consciente de la situación como ayer, me pongo boba.

Hace unos días mi madre apareció con La cazadora... "La tenías en casa de tu hermano (en otra ciudad), ¿cómo te dio por llevarla pa'allí?". Yo ni me acordaba, pero al verla lo recordé; se me llegó a hacer tan "insoportable" verla en el armario que le dije a mi hermano que no me entraba y que si me la podía guardar en su casa.

Ayer por la tarde estaba pensando si salir o no, justo cuando terminé de escribir la entrada. Había hablado con el Hobbit al mediodía... bueno, "hablado", por internet me había saludado, yo no lo vi y luego le contesté que si quería hablábamos por la tarde que tenía prisa. Su autobús llegaba a las 19:15.

Me puse la cazadora en casa, encima del pijama. Fue raro. Luego me puse a buscar el gorro morado. Me lo puse también y me vi muy guapa, por algo es mi gorro favorito. Sonreí como una payasa y entonces... "¡piribí!". El messenger. Él. Me senté con mi cazadora y mi gorro y contesté a su saludo... qué situación tan patética e irónica. Me convenció para salir, aunque a él no se lo dije, lo continué dejando en un quizás. No dejaba de insistir "porfa que voy yo", "y si vas, ¿a qué hora vas a ir?", "venga, si yo solo estaré un poco también, nos vamos pronto".

Cuando dejé de hablar con él me fui a la ducha y, lo reconozco, me preparé a conciencia. Maximum pathetic. El pelo cómo sé que le gusta, maquillada sin que parezca que vas maquillada, vestida como también sé que le pone y siguiendo la misma táctica de ir arreglada pero que parezca que te has puesto lo primero que has pillado... Y, sí, la cazadora y el gorro.

Se sorprendió al verme, lo vi en su cara. Yo no sentí mucho, la verdad, cuando le vi de lejos. Me señaló, avisando a otro amigo de que llegaba. No le vi guapo; es más, le vi feo. Me abrí camino a ellos y antes de que pudiera siquiera decir hola se me echó encima a darme un abrazo y un beso en la mejilla. Le pregunté por cómo estaba y demás. Luego me dijo si le acompañaba a un lugar y allá que fui...

-El año pasado, este mismo día... daban unos cuernos de reno en este bar, ¿te acuerdas? -me dijo.
-No... -dije sorprendida yo misma. Sabía que iba a sacar cosas del año pasado. Lo sabía.
-Sí, azules... con la diadema roja.
-No, eh, me acordaría, lo tendría en mi base de datos...
Se rió.
-Que sí... que tú fuiste al baño y yo cogí uno para mí y otro para ti, y te lo di cuando saliste... e hiciste un chiste de cuernos muy absurdo.
-Joder, no me acuerdo...
-Que sí (dijo ya con cara de decepción), fue el día del "xxx" (nombre de bar), joder ¿no te acuerdas de esa noche? Fue la noche que tú y yo...
-¡Sí, sí, sí! -interrumpí- Ya sé qué noche era... pero no me acuerdo de eso. Y me parece muy raro... te tienes que estar confundiendo o algo...

¿Qué? Esto no me lo esperaba, eh... Cosas raras que pasan.


jueves, 15 de diciembre de 2011

Y seguimos...

Hoy es el aniversario del que podríamos llamar el día de la flor y el gorro morado.


Llevo 3 semanas sin ver al Hobbit. No voy a decir que no le haya "echado de menos". No en un sentido muy profundo porque objetivamente no es que me aporte demasiado, pero lo cierto es que le he extrañado en las noches en las que he salido y también he echado de menos los cafés semanales por la tarde. Por otro lado, creo que he sido correcta y comedida en mi preocupación y contacto con él y no tengo ningún "remordimiento" en ese sentido. He hecho más de lo que él ha hecho en ocasiones en las que los papeles estaban invertidos, si bien es cierto que la relación que estábamos teniendo últimamente era considerablemente diferente (por no decir muy) a la que teníamos en otras ocasiones.

Hoy es el aniversario de una de las noches que con más alegría afronté el año pasado, con él. Aún están por las redes sociales esas fotos en las que él califica su cara de "tan encoñado que me doy vergüenza".

Siento muchas cosas al llevar tantos días sin verle estando acostumbrada a verle 2, 3 y hasta 4 veces a la semana normalmente. He sido irracional en ocasiones en mi forma de echarle de menos y en mi preocupación, aunque no se lo transmitiese a él. Pero hoy no sé si estoy triste, pesimista o si simplemente soy realista (con cierto pesimismo) porque lo cierto es que he estado pensando sobre el tema y sólo llego a conclusiones que no me gustan. Estas conclusiones es que esto es una historia que no va a llevar a ninguna parte. Puede que, vale, nos atraigamos, nos gustemos, estemos juntos un tiempo, pero no va a terminar bien. No creo que sea sólo por las personalidades que tenemos ambos; lo que más pesa son los sentimientos. Aquí es donde mi cabeza eclosiona. Pienso que no podrá darme lo que yo quiero, que no merece la pena luchar ni tratar de sacar algo adelante, que las cosas salen o no salen, pero no hay que estar ahí constantemente haciendo un esfuerzo, no. Estoy cansada. No tengo que hacerme querer... o me quieres o no, esto es lo que hay.

También creo que si no tiene esa capacidad para entenderme en ciertas circunstancias y atender ciertas necesidades, así como para expresarme sus emociones y no ser la roca que es, no es sólo por su forma de ser, que también, sino por lo que (no) siente. Entro en el tema de comparaciones, que es absolutamente absurdo en este punto y pienso en que con la Gafapasta se comportaría de otra forma, con más ganas, más motivación, más alegría, más entusiasmo... que se movería más. Pero luego me comparo con mi yo de hace un año, esa Niebla que a él le parecía genial e inalcanzable y que de repente un día, en el hall de un bar, le dijo que sí que era toda suya. Lo cierto es que, exceptuando ocasiones muy puntuales en las que confesó esto (que me creía inalcanzable, que le gustaba desde hacía un año, ect) en el día a día no demostraba el entusiasmo que yo esperaba o el que demostraba yo. Mi cabeza es un jaleo, pero sus comportamientos también, y me canso. No es que analice sus movimientos al milímetro, es que necesito una seguridad que si no tengo, es porque me la quitó la otra vez, cuando sí la tenía, y no me gusta moverme por un suelo que no sé si se va a hundir conmigo encima.

Yo no puedo tirar de esto otra vez, no voy a ser yo quien arriesgue de nuevo ni quien saque el tema para hablarlo, no voy a ser la próxima que se lance a besarle o que le diga de salir a cenar y/o al cine, porque no, porque no es mi turno, porque no termina de dejar nada claro (al menos lo suficiente para mí por cómo soy de insegura respecto a él por lo que ocurrió "la otra vez") y estoy cansada. No es orgullo, es agotamiento y miedo.

Y hoy... hoy por fin sale y ni siquiera sé si tengo ganas de verle. Además a mis amigos se les ocurre la genial idea de invitar a la Gafapasta a salir con nosotros. Al ver mi cara de "pongo cara de normal pero me estáis jodiendo la vida" me dicen que en principio no va a venir, que ha quedado con sus amigos. Cuando leo el maldito evento en una red social, veo que la realidad es que sí, ha quedado con sus amigos, pero va mucha gente que no conoce, no cree que esté a gusto y luego nos llama...

Al final ya da igual, tampoco se trata de ella. Se trata de él y de mí. Y yo estoy cansada. No sé si saldré hoy, no tengo ganas y verle no es ahora mismo una motivación. No quiero seguir más con este juego, no quiero meterme en Navidad con esta mierda encima, y no quiero que él cope mi cabeza de la forma en que lo hace. Así que esto o se soluciona ya o a aquí alguien va a hacer la "táctica Hobbit" de alejarse gradualmente sin informar a la otra parte afectada y esta vez no va a ser el Hobbit. Lo cierto es que llevo unos días mentalizándome de que esto no va a ninguna parte y de que tengo te cortarlo ya, y que sí, lo pasaré mal pero me tengo que aguantar.

Quizás se me esté yendo la fuerza por los dedos, quizás salga esta noche y se ponga a recordar escenas de hace un año (es más que probable) y vuelva enciruelada a casa... pero ahora mismo, a las 7 de la tarde, esto es lo que siento. Y no, no quiero verle, aunque me conozco y al final terminaré saliendo.

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miércoles, 14 de diciembre de 2011

Bien



-¿Qué te pasa? ¿Estás bien?
-Sí, no te preocupes, estoy bien.




-

martes, 13 de diciembre de 2011

Ay, qué pereza



Soy una vaga. Pero mucho. No lo soy para trabajar, es decir, una vez me meto en algo lo hago a conciencia, pretendiendo la perfección, o no lo hago. O en un puesto de trabajo, pues no paro de trabajar. Pero ay, los estudios son otro tema.

He dejado trabajos para el último día y lo sigo haciendo. Ahora se me vienen encima, y mi plan magistral de ir mañana o pasado a una tutoría se ha visto truncado por los planes del profesor, que el miércoles no viene. Mañana madrugaré para estar en sus extrañísimas horas de tutoría en el despacho, pero con pocas esperanzas, así que tendré que dejarle unas cosas en el casillero con una nota patética y... en fin! ¡Qué estrés! He estado hoy una tarde entera partiéndome la cabeza probablemente para nada...

Por otro lado soy una payasa y, como ya habéis leído en el post anterior, una acomplejada de mierda.

Llamé al hobbit y no me lo cogió, aunque después me llamó él (dijo que no había visto la llamada y blabla, y como soy tonta pues le quiero creer). Estuvimos hablando un ratico. Bien, normal, unas risas y decirme que estaba casi bien. No le conté mis jaleos con el grupo de amigos aunque me preguntó varias veces; lo único que le conté fue la pérdida de mi teléfono.

Lleva 3 semanas sin fumar (ya serían huevos con el chungo que le dio) y, por cierto, no fue a la fiesta de la Gafapasta (Juno, has ganado una apuesta en la que no nos habíamos apostado nada: felicidades).

Por lo demás, tengo un patético y enorme deseo de verle que no se puede materializar hasta el jueves y que a saberse si lo hace porque no está en mucha disposición de salir y "además no puedo beber alcohol ni fumar". En fin, nunca ha sido mucho de salir los jueves y para colmo, claro, tenemos... ¡aniversario al canto! Que si me has alegrado el invierno, que si ahora vas a ser feliz, que si hago la ciruelada de la noche y te compro una rosa, que si me siento como si tuviera 15 años (y lo demuestro escribiendo tu nombre en un cristal empañado). Joder, debe ser por la saturación y violencia que tengo dentro después de hacer tanto trabajo que empiezo a ver esas cosas como las cirueleces de adolescentes que eran (sin ser adolescentes, claro).

Empiezo la semana como el maldito culo y encima el lunes de la que viene tengo que ir a hacerme pruebas médicas, a ver si esta vez no se estropea el tubo conmigo dentro como la anterior.

Joder, soy una vaga de mierda que pudiendo haber acabado ayer un trabajo y entregarlo hoy, lo he dejado por pereza y me he metido en un berenjenal que déjate a ver si no me cuesta la asignatura. No he podido ni sacar a mi pobre perro que es el ser que más amo en esta tierra y encima echo de menos a Juno, al Hobbit del demonio y me siento forever alone. Ahora una forever alone llena de conocimientos, eso sí, después de terminar un trabajo que me da que ni podré entregar y que encima está bien (porque eso es lo que me pasa, que lo hago bien, pero soy una vaga)...

Ay, qué vida esta...

Feliz semana.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Ni un segundo

No queda nada del dolor que me causaba mendigarte por un beso. Volvía encontrar la libertad que se escapo mi corazón estaba preso.

No me lo creo ni yo ajjajajajajjaja jajajajja

Comparaciones



Son odiosas, pero sobre todo si la que no para de hacerlas eres tú. Hoy en Ice From Hell... marchando una de complejos.

Tengo un problema muy grande, una obsesión de compararme con la Gafapasta. Se me había pasado, pero me ha vuelto, me ha vuelto a lo bestia.

Yo conocí a esta chica a través de la red 2.0, o sea, por su blog. Nunca la había visto en persona, salvo en las fotos de su blog. Me caía bien, me caía bastante bien. Me parecía algo rara y me identificaba con ella en muchos aspectos.

Luego conocí al Hobbit y, al añadirle a una de las malditas redes sociales, vi que ella era su amiga, que habían ido juntos al instituto y demás cosas. Lo primero que pensé fue: seguro que a él le gusta ella... Yo pensaba que si yo fuera un chico, me gustaría. Más tarde, cuando me empezó a gustar él, le pregunté a un amigo suyo si sabía si andaba con alguna o algo, para no meter la pata. Su amigo me dijo que no, que ni de coña, que de hecho nunca se había liado con ninguna ni nada, ni le había dicho que le gustara ninguna, que lo más que había dicho es que la Gafapasta le daba morbo y eso había sido hacía ya mucho tiempo, años. Me preguntó que si yo sabía quién era la Gafapasta y le dije que sí, lo sabía. Y ya.

Luego empecé a conocerle a él. Yo iba invitada a una fiesta en la que estaría ella y él me dijo que "Ya verás, te va a caer genial... Ella es muy... muy así... muy... muy tú, es como tú.". Luego empezamos a liarnos y eso... Me habló de ella... me dijo que le había gustado hacía años, que creía que tenían "conexión" pero que ella empezó a salir con su novio de ahora (con el que lleva ya pues... 4 años o así) y que entonces él ya nada. Yo le hablé del Duendecillo, aunque no le dije tampoco nada en particular. Él me preguntó si yo había sentido eso antes... lo que supuestamente estábamos sintiendo él y yo, y yo le dije que con el Duendecillo al principio fue algo así... pero que ahora pasaba de él totalmente y demás (eso se lo dije más por evitarle a él ralladas que porque fuera cierto). Luego yo le pregunté a él por la Gafapasta, fui yo quien se lo dijo: "a ti te gustaba la Gafapasta, no?". Y me contestó lo que he puesto antes.

Cuando todo se iba a la mierda tuvimos una noche de Duendecillo y Gafapasta. A mí me hervía la sangre (y me hierve todavía a veces) cuando le veo hablar con ella. Las últimas veces no me ha hervido tanto porque realmente veía que conmigo estaba mejor, que se reía más, que miraba incluso más atontado... Pero la verdad es que si una noche que no salgo, al día siguiente me encuentro fotos de ellos dos por las redes sociales, me da un bajón de la hostia.

No es el único que dice que somos iguales. Lo dice un amigo nuestro, lo dice alguna gente más. Sois iguales, iguales. Estoy harta de oírlo. Realmente somos muy parecidas... Nos gustan las mismas cosas, esa una llorica como yo, habla como yo, escribe como yo, se expresa como yo... El Hobbit me volvió a decir lo mismo hace nada. Yo dije que me parecía rara una cosa que había hecho ella (rara simplemente, no rara para mal). Él contestó: "Es que la Gafapasta es así, es muy de hacer cosas así en plan... a ver, es como tú. ¡Es que sois iguales!¡Iguales! Ya te lo he dicho más veces...".

Claro, tengo que escuchar también decir a mis amigos o a los suyos que eso viniendo de él es un super cumplido, que es casi lo mejor que me puede decir... ¬¬.

Para mí esto es una losa con la que realmente no puedo. Cuando me liaba con él no me preocupaba, con quien estaba era conmigo. Ella tiene novio y no tiene ningún interés amoroso en él. Es más, cuando nos ve juntos le falta tirar fuegos artificiales. Ella no tiene la culpa de esto. Pero yo no puedo. Y él... él sospecha (por no decir que sabe) lo mal que me siento respecto a ella, por mucho que hable ahora con ella, por mucho que disimule. Cuando me la nombra se me debe de desencajar la cara, porque lo que yo pienso es: "No cambies la cara, disimula, disimula, que no se dé cuenta de que te sientes mal". Veo que él muchas veces evita nombrarla, aunque otras me parece que la nombra sin venir a cuento, quizás por joder, no sé. Generalemente noto que intenta en lo posible no nombrarla si no es necesario, o le quita importancia a hechos o cosas que tenga que ver con ella, o me avisa de cosas con antelación, como hoy que me ha llamado para decirme que estaba "prácticamente bien" y que "a ver si mañana" salía a tomar algo aunque fuera un rato. Yo no pregunté más, le dije que si quería salir que ya sabía, que llamase que nosotros solemos salir por la tarde a tomar algo... Dijo que vale y ya, no dijo más. Mañana es la fiesta de la Gafapasta. Dos semanas sin salir y a lo primero que sale es a eso. Sí, soy una niñata, pero qué queréis que le haga, me jode. Y en parte puede ser casualidad, pero me jode (yo no estoy invitada, eh; yo iré a ver el puto fútbol a ver si desconecto, aunque seguro que pierde mi equipo).

Estoy harta también de que ciertos amigos me digan lo que se supone que tienen que decir: "Tú eres más guapa". Lo cual, además de ser mentira, no es tan importante. Ninguna de las dos somos precisamente diosas físicamente. Las dos somos chicas muy normales, desde el punto de vista meramente estético. Tenemos una cara normal, quizás tirando más a guapas que a feas, vale, pero dentro de una absoluta normalidad. En mis días buenos puedo darles la razón y pensar que realmente soy más guapa de cara que ella, lo que no creo que sea cierto... creo que estamos bastante igualadas, sinceramente. Pero en conjunto, tengo muy claro que ella "me gana", que es más atractiva que yo. Es bajita, más bien delgada y tiene un pecho que... en fin, como dos veces el mío. Yo soy muy alta, lo que algunas verán como algo maravilloso, pero si llamo al Hobbit así, por algo es, ¿no creéis? Y lo cierto es que nunca me importó, ni a mí ni a él... si yo me ponía tacones cuando salía con él, y tan felices. Una vez me dijo que joder, que encima de que le sacaba un cacho me ponía tacones... Yo le dije: "¿Y qué más dará? Si me apetece llevar tacones los llevo". Y tan felices. Pero como ahora estoy que se me va la pinza... Que en conjunto resulto mucho menos atractiva que ella, eso lo tengo muy claro; a mí también me atraería más ella. Y me mina la moral. Me la mino yo sola, pero es así. Es así. No voy a decirme a mí misma lo contrario sabiendo cual es la realidad. Además, es estúpido, porque siempre va a haber chicas más guapas o más atractivas, siempre. Y también debería de serlo porque el Hobbit no es una persona superficial en ese sentido, pero vamos, uno no controla realmente lo que le atrae o lo que no. Tampoco debo estarme flagelando con ello, pero a ratos no lo controlo... y menos si algún amigo comenta que tiene morbo, o que menudo berzal o cosas similares... Me hundo, me hundo.

Bah, voy a dejarlo ya... Si es que da igual. Da igual. Y me avergüenzo de acomplejarme así, pero qué voy a hacerle...

jueves, 8 de diciembre de 2011

Mío, mío, mío, mío.

Se acabó leer mensajes a oscuras a las 2 de la mañana en la cama hasta llegar a la máxima ciruelación. Se acabó mirar fotos en el móvil, se acabó leer la cadena de sms de hace un año. No volveré a leer ese sms que decía: "A ver, quedamos a las 10 en el bar que hay en frente del cine? Da toque si sí". Ese mensaje maldito que no tenía por qué significar nada pero ya sabía lo que significaba.

Me han robado el móvil. Vamos, se me cayó, alguien lo encontró y se ve que le gustó. Lo primero que pensé fue: "Menos mal que no me da por hacer Scarlett Johansoning". Lo segundo que pensé fue: "Ahora no puedo llamar a este aunque quiera... bueno, sí, le pido el móvil a cualquiera de los otros". Lo tercero que pensé fue: "He perdido el móvil del Duendecillo".

Supongo que será divertido cuando en Navidad me empiecen a llegar sms de gente que sólo da señales de vida por esas fechas para hacer el acto bienqueda del año y yo no tenga ni idea de quién es cada uno...

Lo que más me jode de que no me hayan querido devolver mi teléfono es que yo sí lo habría devuelto, aunque fuera un smartphone de esos, y no es el caso porque no lo era, pero tenía cierto valor sentimental por él mismo, porque me llevó hasta B. De hecho Juno y yo lo llamábamos del Bphone. He perdido el Bphone. Y me jode, coño, porque yo he devuelto un móvil y una cartera. El karma es un timo.

Y no quiero un HTC ni una blackberry... quería mi Bphone. Jo.


-Párrafo borrado sobre la patética noche de ayer-.


Ahora tengo que llamar a la compañía de teléfono para que me desbloqueen las llamadas y pasarme de 7 a 9 mirando al móvil indecisa sobre si llamar al puto Hobbit o no llamarle, cuando todo el puto mundo me dice que lo haga. Con miedo. Con nervios. Con temor a oír tonos y tonos y que no lo coja, que no devuelva la llamada. Con temor a que lo coja y reaccione de forma incómoda. Con pánico a que lo coja y me diga algo que no quiero oír y que no cambiará porque yo no le llame.

Así que esperemos que esté bien y que yo gane la apuesta que hice ayer con Juno de que estará milagrosamente recuperado para la próxima (muy próxima) fiesta de la Gafapeist.

Y con esto y un bizcocho, me quedaré pensando en si telefoneo o no de aquí a las ocho.

Feliz puente.



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Edito: He encontrado el móvil que usaba durante la carrera... No sólo tengo el número del duendecillo, sino la mayoría de sus malditos sms. Y encima empiezo a entrar en zona hora peligrosa con mis llamadas desbloqueadas y un Hobbit enfermo que lleva ya una semana casi sin darme señales de seguir viviendo. Mierda!

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Un hobbit que se aciruelo

Y me aciruele jajajaj, mucho ademas. Pero no estoy hundida, ni mucho menos.
Aun asi pongo musica faseante y faseo.

Tócala otra vez



Cuando terminó con los arreglos de la canción fue incluso peor que mientras la componía. La repetía una y otra y otra vez como si fuera un disco puesto en modo bucle. Al menos al piano no llegaba a hacerse las heridas en los dedos que se hacía con las cuerdas de la guitarra y aunque -apostaría casi cualquier cosa- sentía molestias en el túnel carpiano y las falanges por el sobreuso, seguía acariciando o golpeando las teclas según procediera como si fuera la primera vez que atacara esa melodía.

Ryan hacía tiempo que no preguntaba el por qué de su tristeza y yo tampoco. Bastaba con escucharla cantar. Volvía a empezar. Siempre la misma canción, como si nunca antes la hubiera interpretado, con la voz quebrándose siempre en los mismos fragmentos, con las lágrimas brotando siempre en el mismo momento. Deberíamos haber acostumbrado a nuestros oídos a aquello, igual que ella debería haber acostumbrado a su mente a aquella letra. Pero nadie acostumbró nada. Nadie podría acostumbrarse a esa tristeza que era todo lo que se respiraba, que se te metía por nariz y la boca y te llenaba hasta que sentías que tus bronquios iban a estallar de tanta desolación.

La melodía sonaba y llenaba la casa. A veces ella descansaba para hacer café o preparaba algo de comida precocinada para nosotros. En ocasiones se vestía con ropa bonita, se cepillaba el pelo, se maquillaba y seguía tocando. Mantenía la compostura siempre en el mismo tramo para después sucumbir en el clímax de la canción. Luego se miraba al espejo, se observaba detenidamente, se regodeaba en el rímel corrido bajo sus ojos, como si fuera algo necesario, algo que realmente no podía ser de otra forma, era así y ya. Después tomaba un algodón y algo de desmaquillador, se arreglaba aquel estropicio y todo comenzaba de nuevo.

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martes, 6 de diciembre de 2011

Así somos.

Me digo cien veces que voy a callarme todo. No voy a despotricar más a quien no va a entender, bien sea porque no puede o porque no quiere (mi apuesta). A veces es difícil guardar silencio y "desaparecer", porque el enfado te hace querer gritar. Gritar a unas personas y desahogarte con otras, esperando que te den tu parte de razón.

Pero no, ya no. No voy a hacerlo. No voy a discutir con medio-amigos o amigos de fin de semana por lo que yo considero que son faltas de respeto, si a la mínima tengo a la defensiva a las minisectas, de dos en dos (a las parejas) y la gente que opina como yo se calla. No importa lo que yo tenga que escuchar de las bocas de los demás cuando pongo malas caras al oírles opinar de ciertos asuntos referentes a otra gente, de los que no tienen ni idea. "Le defiendes en todo, le estás defendiendo ahora y ni sabes lo que tiene", he tenido que escuchar hace bien poco referente al Hobbit. Pero es mejor callarse. Luego alguna dice que ella no tiene amigos, que si no tuviera a su pareja estaría sola, que no tiene a nadie más. "¿Te sigue dando pena? ¿Ves ahora porqué no tiene amigos?", me dice el puto Hobbit cuando la otra me la mete doblada y yo me disgusto. También me dice que no proteste, que no discuta, que no me queje de ciertos comportamientos. Que no va a servir para nada, aparte de quedarme yo mal. Y es así, porque a ellos no les importa, a ellos les da igual. Discuten y te tiran lo que sea a la cara. Luego reculan, siempre lo hacen... Lo hacen para que salgas con ellos el fin de semana. Pero ¿qué quiere que haga? Yo estoy harta de tanta falsedad y tanto bienquedismo, joder. Ahora te meto una puya, luego te sonrío y todos tan contentos. Pues no, joder, no. No me da la gana. Esa gente NO eran mis amigos y, por estar a gusto, por complacer a otros o incluso por lástima ("no tengo amigos... estoy sol@") les das la mano y te cogen el brazo y te lo muerden como si fueran walking deads. Y dices: coño, claro, ahora me encaja todo.

Son "amig@s" de fin de semana. Son putos interesados. Egoístas y maleducados. Y tengo mucha, mucha paciencia, pero las gotas empiezan a colmar vasos.

Y el vaso del Hobbit también está colmado, así que ya no cojo el móvil y despotrico, no quiero cafés ni emails. Sé que a él le da igual que haya estas discusiones en el grupo de amigos porque él tiene su propio grupo aparte, en el que nunca hay discusiones porque no se habla apenas... Se sale, se juega al monopoli, a los dardos y pa casa. "Amigos". Pero ellos son felices así, igual que estos lo son siendo maleducados y egoístas toda la semana para redimirse el viernes a las 7 y poder salir a beber hasta el agua de los canalones de las paredes, sacarnos fotos de superamigos todos y hablar de lo zorra que soy porque el pobre Hobbit quiere volver conmigo y yo le freno todo el rato. Hasta el mismísimo órgano reproductor estoy.

Es difícil pasar de la frustración al pasotismo, pero se consigue. Te pones a hacer cosas de clase, luego a ver series... y piensas que acabarás como Dexter Morgan, o que cuando el Hobbit pueda volver a salir de casa no quedará civilización porque habré salido yo a exterminarla en uno de estos ataques de rabia. Pero pasados 3 días o así está controlado. Pasas de ellos y de sus estúpidos eventos en las redes sociales y pasas de desahogarte porque total... ¿para qué?

Pero no es la primera vez que me saturo de ellos o de alguno de ell@s... A veces, como he dicho, me retiene el hecho de que alejarme de ellos significa reducir contacto con el Hobbit. Pero mira, aquí me tiene, sabe dónde estoy, y sabrá que estoy hasta los cojones. Estoy harta de pensar en si le llamo o no, en si le molestará que le llame para preguntarle qué tal está, si será agobio... sabiendo que si lo hacen otras personas (y no necesariamente la gafapasta) agradecerá el gesto, sin saber si conmigo hace lo mismo o le satura, porque es él el responsable de esta inseguridad y de que todo tenga que ser tan milimétricamente pensado antes de actuar con él.

"Me parece que un día de estos vas a reventar y vas a hacer una desaparición de esas tuyas, de esas que estamos dos meses sin saber de ti...". A lo mejor sí que me conoce. Él se lo vio venir incluso antes que yo.

Que así sea.

La caja de Pandora se abrió

Un año…bueno…11 meses han pasado desde el maldito e mail. Once meses de mierda sin escuchar su puta voy, si ver un mensaje dirigido a mi… y después de ese tiempo siente la imperiosa necesidad de verme.


Estaba centrándome, lo estaba consiguiendo, pero la semana pasada encontré la foto de una zorra con él, y ella con la pulsera que yo le regale a él con todo el cariño del mundo…

“Historia de la pulsera”: En pleno ciruelismo, el  gnomo vino a verme a mi ciudad, se quedo a dormir en mi casa y salimos de fiesta. Vio una pulsera de piel blanca y dijo que le encantaba, que siempre había querido una… Así que como buena ciruela que se precie, Salí en su busca. Conseguí la pulsera. Jamás olvidare su cara de sorpresa, el beso que me dio cuando la vio… me dijo… esta vendrá conmigo cada vez que “trabaje”, me dará suerte, y después del beso, vino el abrazo.

Ni si quiera soy capaz de escribir sin que se me caigan las lágrimas a borbotones por la cara. Pues si, una foto de una zorra agarrándose a él y con la pulsera en su muñeca. No sabía ni donde agarrarme, si de las rodillas, de la silla… otra vez me quede sin respirar.

Fui a celebrar mi cumpleaños a una zona chunga de Madrid; por las redes sociales vi que él también iba a ir  acompañado de la zorra, pero mi amiga lo desmintió. Me lo pase genial, grite, salte, cante… pero había algo raro…me pareció verle. Cuando termino la fiesta llamo a mi amiga, para que fuéramos con él y la zorra a beber al coche O.O, evidentemente dijo que no, pero insistió…tanto que cuando estábamos en el hotel siguió llamando, y llamándome a mi. Al no tener ese número registrado, cogi el teléfono…el caso… tubo los huevos de subir a mi habitación con ella.

Iba a estallar, no lo soportaba, él, su ropa, el cinturón que le regale… la zorra, su prepotencia…el olor de él…no podía…Así que estalle…lo lleve a otra habitación y estalle…
Estalle con frases de odio, asco y ciruelismo, le confesé que no soportaba su presencia. Me juro que desde que estuvo conmigo no había estado con nadie, que con la zorra no tenia nada, que me echaba de menos, tenía muchas ganas de verle, que era muy importante para él…me abrazo… y se acabo… La caja de Pandora se abrió… Por que me hace eso?¿ por que ¿? Me dio un beso en la mejilla y le dije que salieramos ya de allí.

Pienso que es bienquedismo, egoismo… drogas… que no estaba en su sano juicio cuando subió a mi habitación. No quiero pensar que se ha arrepentido  etc, etc, etc, no soporto ni escribir lo que pasa por mi mente ciruela….No quiero ni leerlo, por que me voy a volver loca. Es la maldita cruz que llevare siempre. Y quizás sea el estado de fase, pero jamás dejare de quererle. Ojala vomitara todo sentimiento hacia él. Ojala no hubiera aparecido jamás en mi vida. Me descoloca, mientras que él se rasca los huevos pensando en lo majo que es al darme un abrazo de grandes amigos.

Odio la sensación de bienestar que sentí cuando sus putos brazos me rodeaban, quería parar el tiempo, sabia que si me giraba me besaría… pero para que?¿
Y ya no es distimia, sino asco. ¡Me doy asco¡, mirando a través del espejo, veo a la niña de 16 años que marcaron y nunca supero un simple rechazo.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Bufandas, gorros y guantes.

Lo he hecho progresivamente para que hiciera menos daño. Reconozco que cuando vi la cara que pusiste al verme con el abrigo hace cosa de un mes y medio me sentí reconfortada; no soy sólo yo quién asocia imágenes y ropa a situaciones. Y ese abrigo significa más para ti que para mí, porque yo lo tengo desde hace años... lo relaciono con muchas más cosas, y menos contigo. Fue mucho peor sacar los guantes, esos guantes que todo el mundo me decía que eran horrendos y que tú al ver dijiste: "¡Hala, cómo molan tus guantes!". Pero claro, no es algo tan llamativo como el abrigo... Pude ver tu cara, no eran cosas mías y, sinceramente, no me lo esperaba.

Retraso el momento de sacar la cazadora que sí tiene más significado para mí que para ti. La estrené ese primer día del tropiezo con la cocacola, y la llevé el 23F. Pero no sé bien cómo, he logrado domesticar a mi cabeza de forma que sé que no me va a afectar demasiado el ponérmela, como tampoco lo hizo ni hace el abrigo.

Otro cantar será el gorro. El gorro. Ni siquiera lo he buscado. No he querido saber dónde está. El gorro. Cuando lo veas quizás digas algo... Tengo que ir preparada para ello. En parte lo deseo, deseo ver tu reacción. Te encantaba ese gorro y todavía hace poco me lo recordaste: "el que sí que molaba era tu gorro morado". Sí, mi gorro morado. Ahora está asquerosamente asociado a ti, a las fotos de una noche, a ti con él... Y te acuerdas perfectamente, igual que yo: "En la foto que tengo una cara de encoñado que doy hasta vergüenza ajena es en esa en la que me estás poniendo tu gorro morado". Y dirás algo cuando me lo vuelvas a ver, lo vas a decir. Vas a sonreír y a decir: "¡Te has puesto el gorro que me gustaba a mí!". Es muy probable que lo hagas, a veces me pareces tan insensible... Por eso no me esperaba tu cara de impresión cuando aparecí con el abrigo.

Tienes "suerte" de no salir de casa esta semana y no verlo todo otra vez. No ver el árbol de la plaza mayor que a mí me ha matado, ni la pista de hielo, ni el rastro. Aunque probablemente para ti no sea lo mismo, seguro que a ti te da igual; tú no tienes esa base de datos en la cabeza que dices que tengo yo, ni eres tan "emocional" como dices que soy.

Qué absurdo, ¿eh? Pensábamos que la conexión iba a volver por Navidad. De verdad lo pensábamos... estábamos en ello. Y lo peor es que pienso que aún estamos a tiempo, que puedo volver a verte esperando debajo del árbol mientras llego jadeando con mi maldito gorro morado, tarde como siempre hago.

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sábado, 3 de diciembre de 2011

Precipitaciones

Diciembre se ha precipitado sobre mí como ahora se precipita, cada vez más rápido, la Navidad, sin que pueda hacer nada. Todo mi amor por el frío se ve eclipsado por recuerdos de hace un año que me impiden disfrutar de la niebla y de mi ropa de invierno, de mi amor por los gorros, las bufandas y los guantes. Porque todo está marcado... las cazadoras y los jerseys gruesos, pero sobre todo los gorros, las bufandas y los guantes. Y aún tengo en un cajón ese fragmento de bufanda que empecé para el Hobbit hace casi un año (lo hará en una semana) y que nunca terminé. Él no sabe que existe, aunque recuerdo preguntarle una noche al despedirnos, después de que alabara mi trabajo con unos mitones, si quería que le tejiera una bufanda para reemplazar a otra que había perdido. Dijo que lo que yo quisiera, que eso seguro que llevaba mucho trabajo... Nunca le dije que la empecé y realmente creo que sólo consideré el regalársela durante unos 3 ó 4 días.

Se me viene encima un aniversario tras otro, que empiezan ya, comienzan en este puente para no terminar hasta febrero ya, hasta finales de febrero. Y es mentira, porque ahí no acabarán, siempre habrá aniversarios de momentos importantes mientras para mí sigan siendo importantes.

No puedo controlar nada ya. Lo que parecía que volvía a estar en su sitio se descoloca de nuevo y me hace plantearme si no hubiera sido mejor haber dejado las piezas tal y como cayeron e intentar decir adiós. Pero no fui capaz. Lo intenté pero no pude. Cuando vuelve no puedo alejarme, así que llega un momento en que dejo de intentarlo y luego otro en el que directamente dejo a mi cuerpo acercarse.

Lo peor son los paréntesis, los silencios, como ahora. Y no puedo hacer nada. No sé cuándo le veré y no puedo hacer nada, ni lo puede hacer él. Todo apunta a Navidad, directamente. Veo difícil poder verle antes y esos días festivos tampoco lo haré, porque se irá a La Comarca, lejos de aquí. Los días festivos caen tan mal en el calendario este año... Después los exámenes. Y el día posible entre medias... la cena con mi clase, una decisión que no debería condicionar pero no puedo evitar darle vueltas y vueltas a qué hacer.

Lo que parecía que iba a estar bien al final no va a estar de ninguna forma porque no va a ser. Quizás las cosas tengan que pasar así. No puedo hacer nada, así que... ¿qué más da?

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jueves, 1 de diciembre de 2011

Historia de una ciruela (modo testamento).


Podríamos ser tú y yo, adictos a las capuchas, a la lluvia, al agua. Ahora pienso en si la lluvia es un aviso de algo malo o sólo es una especie de fenómeno que se desata cuando nuestros sentimientos chocan, ya sea para bien o para mal. Creo también que es posible que B no te odie como pensamos. Porque ¿sabes?, desde que no nos vemos, desde que estás así... la niebla no se ha levantado a más de 2 metros del suelo. Seguro que algún día la has visto desde la ventana, seguro que te impide ver la calle porque vives en un edificio muy alto.

Ojalá pudiera subir a verte, llevarte unos bombones o algo. Ojalá todo fuera de otra forma. Ya ha pasado una semana... y se ha hecho asquerosamente larga, cada día se dilata más y más.

No sé si son casualidades o es así por algún motivo, pero ya sabes que llevo unos diez días sin coche, haciendo todos los trayectos hasta clase, bares, ect. a pie o en transporte público. Algún día los escenarios por los que paso de camino a clase casi se han convertido en una película y llevar "Lost in you" o "Time of your life" en el mp3 no contribuyen precisamente a evitarlo.

Primero paso por la puerta del bar en el que jugábamos al trivial, donde salíamos a que fumaras, antes de que ninguno de nuestros amigos supiera que ya nos habíamos confesado, y allí sonreíamos como idiotas, al lado de los árboles de Navidad y los ceniceros, nos dábamos besos y decíamos antes de entrar aquello de "Tú pon cara de normal". Todavía sonrío al acordarme, soy tan tonta... Aún tengo fotos de alguno de esos días en el móvil, de todos dentro jugando, y son las que más me cuesta mirar. Supongo que soy una ciruela.

Después toca el bar en que quedamos para arreglar el malentendido de nochevieja, ¿te acuerdas de ese día? Ahora vamos mucho a ese bar cuando quedamos los dos solos, pero la primera vez que entré fue aquel día contigo. Ese día dijimos todo aquello de "no tenemos que ponerle nombre", lo de "yo me lo paso bien contigo, me gustas y me gusta estar contigo... y si a ti te pasa igual, yo no necesito más". Luego fuimos por el rastro que montan en Navidad, que este año han empezado a montar ayer. Allí te fijaste en aquellos muñecos que luego yo busqué para tu cumpleaños por todas las jugueterías y quioscos pero no logré encontrar, así que cuando te lo conté te reíste porque tú también te acordabas que de todo el rastro lo único que te llamó la atención fueron unos muñecos de mierda. Te acordabas de aquel día.

Luego pasamos por un habitual para mí, aunque la primera vez que te llevé allí, el primer día que quedamos, tú era la primera vez que entrabas. Ese día, el primero, veníamos de otro bar, porque llovía (como siempre) y no podíamos pasear como queríamos. Allí estuvimos como tres horas, hablando sobre todo de películas... También hablaste de que se suponía que ahora seríamos algo... que tendríamos que dejárselo ver al resto o decírselo cuando preguntaran. Me acuerdo que me asusté un poco cuando lo dijiste, pero no dije ninguna machez. Recuerdo cuando miramos el reloj y vimos lo tarde que era... pensamos si íbamos a cenar o no y al final, como llovía, nos despedimos en la puerta para vernos sólo una hora después con el resto. Fue la típica despedida en la que no sabes qué hacer... Al final me diste un beso en la mejilla y yo me fui levitando.

La última vez que estuvimos solos en ese bar, fue el último día que nos besamos antes del día del golpe de estado. Fue el día que te dije que me tenían que volver a operar. Todo se fue a la mierda. Yo lo sabía antes de decírtelo. Antes siquiera de quitarme el abrigo, dijiste: "¿Qué te pasa? Estás extraña...". Yo te dije que nada, como digo siempre, pero al final lo escupí. Lo escupí adornado, quitándole la importancia que en realidad tenía, pero se jodió todo igual. Te asustaste y se jodió todo. Fue ese día; ese día fue el principio del fin. Ese día yo empecé a sobreactuar y tú... Tú empezaste a alejarte. Ya estabas lejos cuando nos dimos el último beso, en un lugar por el que también paso a diario.

Y sólo a unos 100 metros de ahí... el lugar donde quedamos los dos solos por primera vez. Cuando paso por allí casi puedo verme cruzando el paso de cebra, a toda prisa, con mi cazadora nueva, tropezándome con una botella de cocacola de plástico, apurada porque te estaba haciendo esperar. Y también te veo a ti de pies, delante de aquella farola, con tu cazadora azul y tu bufanda de rayas, mirando el reloj nervioso. Nos reímos al mirarnos, antes de saludarnos, y dijiste sonriendo y golpeando tu reloj: "la primera vez que quedamos y tarde, eh". Eran solo cinco minutos, pero decías que se te había hecho muy largo. Y de ahí a la pista de hielo, que también están montando ahora. Fue nuestra etapa Disney Channel... Parecíamos gilipollas, un par de gilipollas con capucha subidos en una nube paseando bajo la lluvia, hablando de películas, de música, de B...

Cuando ese día acabó yo no sabía si la cita había sido un éxito o un desastre, porque mis amigas sólo preguntaban si nos habíamos besado. Y no, no lo habíamos hecho... Tres días después, cuando nos volvimos a ver, ya de noche y rodeados de gente, recuerdo que te dije que estaba hecha un lío, que no sabía si lo del otro día para ti había sido una mierda, que para mí había sido raro, que a lo mejor no encajábamos como creíamos... Pero tú me interrumpiste diciendo: "Para mí estuvo genial", y me diste la mano por debajo de la mesa, me la apretaste fuerte. Tus amigos nos miraban extrañados, porque aunque tuviéramos las manos abajo, se veía cómo estábamos... Pero qué más daba. Ese día estalló todo, nos dio igual todo. Salí del baño y casi sin darme tiempo a reaccionar, me pusiste contra la pared y te lanzaste, ahí a la vista de todos. Estabas muy nervioso, te lo notaba por la forma en que respirabas. Yo estaba ansiosa, era todo deseo y te lo dije, te lo dije así tal cual:
-Puff, me estás poniendo burrísima, pero burrísima, eh...
Y enseguida me retracté:
-Ay, mierda... te estoy asustando... (o algo así)
-Cómo me vas a asustar, si que seas así es precisamente lo que me gusta de ti...
-¿Así cómo? ¿Una salida?
Y te reíste y dijiste que no, que lo que te gustaba es que dijera las cosas así como me venían a la cabeza, que fuera espontánea y bueno, también la burradas que soltaba... (y mira tú en lo que ha quedado al final mi espontaneidad).

Esa noche yo dije cosas como "Aún no me creo que esto me esté pasando" y tú dijiste cosas que aún me hacen llorar. Sabías de sobra porqué lo decía, todo lo que me había pasado ese año... y me dijiste: "Ahora sólo sé feliz y no pienses más en antes, eso ya pasó. Ahora las cosas van a ir bien. Me tienes aquí. Sonríe, porque ahora las cosas te salen bien". Y sonreías, sonreías, sonreías. Yo tuve que disimular para que no vieras que casi se me saltaban las lágrimas. Esa es la frase que creo que todavía hoy no te he perdonado que dijeras. No te he perdonado que dijeras eso y que dos meses y unos días después me dieras la patada. Si es que parecía todo mentira, era demasiado bonito. En realidad no hay tanta diferencia entre los sueños cabrones que suelo tener y los recuerdos que guardo de esos días. También dijiste aquello de "Me siento como si tuviera 15 años otra vez" mientras caminábamos de la mano por la calle y yo casi daba saltitos de alegría.

Luego desconectamos de todo, hasta perdernos de los demás y terminar solos en el bar donde había empezado todo una semana antes, donde te dije que me estaba pasando algo raro contigo, que si tú no lo notabas, y tú me cogiste las manos y me diste un montón de abrazos y de besos en la mejilla y en el pelo... Me dijiste que tenías miedo y que nunca habías sentido antes lo que estabas sintiendo. Todavía el otro jueves cuando entramos al hall del bar me miraste y dijiste: "Niebla, nuestro bar...". Y realmente fue donde más noches compartimos mientras aquello duró... primero sin luces, luego con luces y de nuevo sin luces.

Después, en febrero, todo se esfumó. "A lo mejor ha sido mi culpa", empezaste diciendo... y yo sonreí amargamente, porque sabía lo que venía detrás. Por suerte no paso por ese bar a diario, creo que sólo he pasado por delante dos veces desde entonces y ninguna de ellas por la misma acera. Hicimos bien en escoger un bar al que no vamos habitualmente, al que nunca habíamos ido y al que no pienso volver. A veces creo que lo hiciste adrede. Ahora eso ya no importa. Ahora lo que importa es lo que ese día decíamos al irnos a casa, cuando fuimos conscientes de que se nos había escapado. "Al principio todo era tan... tan...", decías. "¿Tan qué?", preguntaba resignada. "Era la conexión esa, era como magia... como si existieras sólo tú y ya... y lo demás no existía... Nos mirábamos y no hacía falta hablar, aunque siempre teníamos conversación... Nos reíamos de todo... y estabas siempre contenta... Ojalá pudiera ser así otra vez". "No va a ser así otra vez... Nadie puede estar siempre contento...", dije. Y aún no te lo he perdonado. No te he perdonado que me reprocharas mi no-alegría aquellos días, que no entendieras mi ofuscación, mi inseguridad... y que me dejaras sola, sin importarte desde entonces lo que me pasara. Ni una llamada, ni un sms. Desapareciste. Y yo pensaba: "Ya lo sabía". Porque desde que me diste la mano por debajo de aquella mesa mugrienta y pegajosa de calimotxo derramado, pensé que era demasiado bonito para ser cierto y que tú eras demasiado bueno, que no sabía cómo te había encontrado, de dónde habías salido. Y le escribí a Juno en un mensaje: "No sé si me merezco a este chico...".

Y escribiéndolo ahora me doy cuenta de porqué todavía me quito a veces cuando me abrazas, de porqué te escupo mierda de entonces en la cara, de porqué te pongo un gummy cuando vas a besarme o de porqué no te llamo aún sabiendo que estás mal ahora, aunque realmente no sé lo mal que estás.

Y te he perdonado, eso lo sé. Pero tengo mucho miedo, no es que no me fie de ti o de tus sentimientos; es que sé que ni tú ni nadie puede controlarlos y yo no quiero que el bucle se repita entero y en las mismas fechas. No. No, porque me muero.


Y sigue habiendo gente (la mayoría) que no puede entender nada de esto, de aquello, porque duró apenas 3 meses... (84 días para ser exactos). Pero tú y yo sabemos lo que había y lo que pasó, y con eso tengo suficiente.

...

Os advertí de cómo iba a destrozarme la vida diciembre, su frío, sus luces y su niebla.