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lunes, 11 de noviembre de 2013

No es rendirse...


Buenos días, mis pequeñas. Os deseo a todas una buena semana.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Soy tan débil y patética que miro en el puto chat de la puta red social si estás conectado desde ese puto móvil de pijo que tienes para decirte que cuando quieras tomar un café que me llames... Después de insinuar delante de ti que me follo al Duendecillo cuando me place y a otros a los que me place. Y no sé lo que piensas porque, por lo que sea, tú no disfrutas de tu sexualidad. Bueno, ni de nada... eres como un vegetal, al que solo le gusta hablar de superficialidades y estar bebiendo en lugares con la música a tope.

Pero ahora eso es normal, la rara soy yo por gustarme hablar de otras cosas, por indignarme, por querer que digas al menos "adiós" después de hablar por el puto caralibro.

Soy tan subnormal... que a veces hasta pienso en escribirte diciéndote la verdad. No la verdad absoluta, claro, pero sí que me da rabia estar así, que somos desconocidos, que no me siendo bien así, que para mí eras alguien importante aunque me tratases como a basura. Así de imbécil soy. Porque es probable que lo haga. Porque Juno no contesta y no me va a frenar, y como te conectes allá que iré, primero tanteando... y como veré que sigues siendo igual de imposible que siempre, luego me sentiré aún más absurda si cabe... Y querré llorar. Porque me apegué a ti, porque soy débil y porque soy subnormal. Porque me duele estar así y a ti no. Y creo que te doy miedo, pero tampoco lo sé... Tienes miedo a llevarte una mala contestación y, perdona que te diga, por algo será. Porque sabes que no has hecho las cosas bien... Como cuando dije que no estabas para hablar de las pintas de nadie viéndote a ti en las fotos de los Afterworks de Madrid y enseguida dijiste que "Ya, ya lo sé".

Diría que no eres el mismo, pero eso es obvio. Además, es más obvio aún porque no eres nadie, tu personalidad es tan reducida que no eres nadie y eres todos... Sólo sigue igual lo mismo de siempre: tu miedo a comprometerte y tu incapacidad para relacionarte sentimentalmente con el sexo femenino (bueno, y con el mundo en general).
No fue tan malo después de todo. En mis sueños siempre era peor. No llevaba ni 5 minutos cerca de él y ya había sentido ese rechazo de "no entiendes nada". Luego, fue distinto a otras veces. No se sentó a mi lado y apenas se acercó a mí en toda la noche...

Cuando entramos a uno de los bares sensibles, me dio el bajón, y comenzó a sonar Rise Against. Entonces, como si hubiera sido una invocación, apareció el Duendecillo allí. Y su puta sonrisa de "mirandote así puedo hacer contigo lo que quiera". Entonces me escondí. Me escondí para que no me viera, porque últimamente estoy tan acabada que me siento muy fea.

Ya fuera del ambiente de bares, volvimos a pasar por delante de él y mi amiga de la infancia hizo referencia a él y a mi despreocupación acerca de eso, con el Hobbit delante. Yo, que que llevaba toda la  noche haciendo bromas estúpidas sobre que ahora soy adulta y he madurado, hice una gracieta absurda que todos rieron (menos el Hobbit) sobre que ahora que soy adulta ya no me aporta nada el sexo sin compromiso con esa criatura. Entonces mis amigas rieron y dijeron el típico: "Claaaaaaaaaaaro".

Poco después me fui.

El Hobbit pasó mucho de mí y me da tanta rabia que siento el impulso de escribirle, aunque ni siquiera sepa bien el qué... como un último intento de ver si merece la pena. Pero creo que ni siquiera lo va a comprender... Ahora pasa de todo, ahora es feliz en Madrid, ahora yo soy alguien incomprensible de la que seguramente piense que no supo como alguna vez pudo soportar tanto.

Y eso me da ganas de llorar. Porque soy gilipollas. Y por eso me fui.