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domingo, 10 de noviembre de 2013

No fue tan malo después de todo. En mis sueños siempre era peor. No llevaba ni 5 minutos cerca de él y ya había sentido ese rechazo de "no entiendes nada". Luego, fue distinto a otras veces. No se sentó a mi lado y apenas se acercó a mí en toda la noche...

Cuando entramos a uno de los bares sensibles, me dio el bajón, y comenzó a sonar Rise Against. Entonces, como si hubiera sido una invocación, apareció el Duendecillo allí. Y su puta sonrisa de "mirandote así puedo hacer contigo lo que quiera". Entonces me escondí. Me escondí para que no me viera, porque últimamente estoy tan acabada que me siento muy fea.

Ya fuera del ambiente de bares, volvimos a pasar por delante de él y mi amiga de la infancia hizo referencia a él y a mi despreocupación acerca de eso, con el Hobbit delante. Yo, que que llevaba toda la  noche haciendo bromas estúpidas sobre que ahora soy adulta y he madurado, hice una gracieta absurda que todos rieron (menos el Hobbit) sobre que ahora que soy adulta ya no me aporta nada el sexo sin compromiso con esa criatura. Entonces mis amigas rieron y dijeron el típico: "Claaaaaaaaaaaro".

Poco después me fui.

El Hobbit pasó mucho de mí y me da tanta rabia que siento el impulso de escribirle, aunque ni siquiera sepa bien el qué... como un último intento de ver si merece la pena. Pero creo que ni siquiera lo va a comprender... Ahora pasa de todo, ahora es feliz en Madrid, ahora yo soy alguien incomprensible de la que seguramente piense que no supo como alguna vez pudo soportar tanto.

Y eso me da ganas de llorar. Porque soy gilipollas. Y por eso me fui.

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