-->

sábado, 28 de julio de 2012

Jirafas en mi habitación.




He creado tolerancia a las jirafas. Ya no las veo. Eso me jode. Mis jirafas eran de los pocos placeres de mi vida últimamente.

A falta de mis jirafas, he caído de nuevo en el ¡oh, error! de ponerme a llenar espacios con cosas materiales. Unas medias a las que hice una carrera nada más llegar a casa y probármelas y dos bolsos, uno de los cuales adquirí por 12 euros cuando antes costaba 30. Sí, fui falsamente feliz durante un ratito, para que negarlo, ¡si lo había comprado a más del 50% de descuento! Sin embargo, durante los trayectos de tienda a tienda, cada vez que sonaba mi móvil pensaba que sería él, tenía esa corazonada. No aprendo que no debes tomar su palabra nunca, para nada, salvo cuando ofrece pedirte piezas para el ordenador a alguna tienda extraña. Llegué a casa y tenía un email, pero ya no me apetecía contestárselo. "Pásalo bien y que te jodan", pensé. Y decidí darme a los chupitos y la experimentación en busca de mis jirafas, de alucinar en soledad mientras veía la inauguración de los Juegos Olímpicos. Pero las jirafas no aparecieron y lo más parecido a una alucinación fue el equipo olímpico español vestido de esa guisa.

.

Las jirafas me mantenían cuerda. Tengo que solucionar esto.

.

jueves, 26 de julio de 2012

Cumpleaños feliz.

No pensaba escribir sobre esto. No sé en qué momento cambié de opinión, porque realmente siempre tengo planeado hacerlo, e incluso tengo algo escrito, incluso en mi blog público, en el que no soy Niebla, en el que tengo un nombre de chica normal. Pero luego decidí que no, que tú no necesitas que haga público esto, que te haga más homenajes de los que ya te hago. Sé que ni siquiera necesitas las bofetadas que le he propinado al Hobbit por mofarse de nosotros en alguna ocasión.

Decidí no regalarte nada, a pesar de que para mí, es un día importante, un día que celebrar. Sin embargo, terminaba mal. Últimamente las cosas no salen muy bien, ya lo sabes. Y entonces, cuando estaba a punto de llorar, apareces. Me haces tú el regalo. Lo que más me gusta. Lo que siempre me regalas. Y sonreí, y sonrío ahora. Porque estaba fuera de todo pronóstico, pero ahí estaba. Y ahí sigue. Aún así no te lo agradezco lo suficiente, pero créeme que sí, estoy muy muy agradecida.

Y que piensen lo que quieran. Yo seguiré dando bofetones al Hobbit y a cualquiera que se atreva a mofarse de algo relacionado contigo.

martes, 24 de julio de 2012


No te molesta que haya pedido por ti, ¿no?
No, tranquilo...
Lo digo por el rollo ese feminista que te da a veces...
¿Vamos a una mesa?
Sí, sí, claro.
Esta misma.
Estaría bien hacerlo.
¿El qué?
Lo que dijiste aquel día del tren.
Coger el primero que pase... así sin equipaje, sin nada... con 5 euros y lo puesto. Sí, estaría bien, pero miramos cuál era el próximo que salía y era hacia Madrid, ¿no te acuerdas? Yo no quiero ir a Madrid... Si fuera uno de esos que van a Portugal, o a Francia... Me conformaría con uno que fuera a Galicia.
No, a Galicia no... A Sevilla, o a Jaén... al sur.
Bah, demasiado calor... pero bueno, déjalo, si no vamos a hacerlo de todas formas.
Nunca nos pondremos de acuerdo en el tema norte-sur.
Nunca nos pondremos de acuerdo en nada...




.

sábado, 21 de julio de 2012


This world will never be what I expected
and if I don't belong, who would have guessed it...

Al menos hay paz, por fin, en esta casa. No durará mucho, pero algo es algo. La soledad no es tan mala, o eso me gusta pensar. No puedo evitar sentirme rechazada, aún sin serlo directamente. Me acostumbré a ciertos planes y ahora me cuesta renunciar a ellos. Me atormento sin quererlo con frases y recuerdos y me planteo en serio seguir los pasos de la amiga del Hobbit en el auto-dopaje contra las rememoraciones dolorosas. Me atormento también mirándome sin parar en dobles espejos, con mi cicatriz de 23 centímetros, mi piel jodida y mi asimetría en una parte del cuerpo supuestamente erótica, y después me cago repetidas veces en todas las tías a las que le sobran 2 ó 3 kilos y hacen un drama de ello, o de su celulitis. Porque cuando estoy en off, todo parece el doble: la cicatriz parece el doble de grande (aunque ciertamente eso me da bastante igual) y la asimetría parece ser lo más llamativo de mi ser (y eso no me da igual). 

-----

A veces relleno de agua botellas de cocacola después de usarlas. Frío las patatas en aceite de girasol y no de oliva. Como mejillones de lata en escabeche en lugar de comprarlos frescos y cocinarlos. Bebo agua del grifo. Paso meses sin lavar el coche. Dejo que mi perra duerma conmigo y le doy besos en la nariz. Como y bebo delante del ordenador. Follo en lugar de hacer el amor. Escribo tweets patéticos cuando llego a casa de fiesta y todo el mundo se entera de que no me siento bien. Lloro viendo películas y escuchando música. Me enganché a Revenge. Me gustaba Kate en Lost. Me enamoré de Jon Nieve.

Son defectos. Y yo sin saberlo.


martes, 17 de julio de 2012

No puedo echarte, no es nada nuevo. No porque no quiera o no sea capaz, sino porque no es factible. No voy a ponerme tan cabezona como para aislarte de los demás, a marginarte y dejarte a un lado. Porque siempre he sido la que más se preocupaba de que eso no ocurriera, ¿cómo voy a provocarlo ahora? No puedo hacerlo y luego sostenerte la mirada con ese gesto tuyo mezcla de reproche y tristeza. No puedo. Así que ven, ven a mi casa, a mi cena. Ya da igual, supongo.

No entiendo porque caes otra vez, siempre en los mismos errores, siempre con la misma ternura en ese momento y con esa frialdad pasadas tan solo unas horas. Pero he aprendido y aunque no sea lo suficientemente fuerte como para darte un empujón y decirte que no me toques, mientras sucede sé que al día siguiente seré rechazada de nuevo y que caricias, besos y palabras aparentemente sinceras quedarán sólo en mi recuerdo, como si las hubiera soñado o imaginado, como si nunca hubieran ocurrido. Como tantas otras cosas de las que llego a dudar hasta que en un arrebato de sinceridad eres tú quién las evoca otra vez.

He aprendido a vivir así, hasta un punto que apenas me condiciona ya. Me matan los momentos previos a vernos por lo imprevisible de nuestros encuentros, de tus reacciones y de tu humor. A veces bromeas hasta llegar a la ofensa, de pronto me abrazas o me besas... Me doy cuenta de que no soy la única que ha perdido el control, que no sólo a mí se me va de las manos... De hecho, me parece que tú estás más perdido que yo. Perdido dentro de ti y tus mierdas, escarmentado por la experiencia con la voz. Y sabes que "it's never too late", que de 10 intentos que hagas sólo te rechazaré en 2... Que hasta sobria te dejo cogerme la mano para luego indignarme con tus palabras, como siempre, pero con más autocontrol.

Menos mal que tengo la sensación de que pronto te marcharás de aquí y no nos veremos en mucho tiempo. Menos mal, porque esto es la destrucción de los dos, lenta y prolongada en el tiempo mucho más de lo necesario.

Mientras tanto, pásalo bien en mi fiesta.

martes, 10 de julio de 2012

Dopaje emocional de ciencia-ficción.

Si me lo hubieran contado hace un año... bueno, a lo mejor hace un año sí me lo habría creído, pero hace uno y medio me habría reído con unas carcajadas tan sonoras que me habría escuchado Yao Ming desde su país. De un tiempo a esta parte, no sé muy bien cómo, he empezado a tener algo bastante cercano a amistad con la Gafapasta (es quién me limpió la sangre el día gore) y "la zorra de ojos verdes", a la que tengo que cambiarle el nombre, porque es incluso más parecida a mí que la Gafapasta, pero cae una y otra vez en el error de creer que dejándose malfollar (dicho por ella misma) por un tío cada finde va a olvidar a su hobbit. No le funciona, pero al menos se siente deseada, o eso dice. Yo la entiendo, a pesar de que es la chica más guapa que he visto nunca en persona (y de ahí parte de mis celos hace año y pico). Ahora esta probando con tías, dice que cree que es la solución.

Amigos, o más bien amigas, que sois chicas la mayoría de las que nos seguís (creo que sólo hay un tío, de hecho), B nos vuelve distímicas obsesivas piradas y nosotras nos juntamos.

El caso es que esta chica y yo, con toda nuestra distimia, entre chupitos "no-medianos" y tabaco, hemos acabado confesándonos de todo más de una vez. Y realmente es muy extraño porque sé que no va a decir nada al Hobbit a pesar de que su amigo era él y no yo. 

Hace ya un tiempo, al día siguiente de que el Hobbit me dejara en medio de aquella fiesta universitaria después de decirme llorando que yo sólo le utilizaba y nunca había estado enamorada de él, ella me escribió y me dijo que probara a tomar cierto medicamento (un betabloqueante para más señas), que a ella le funcionaba para no sentirse tan mal. Luego en nuestras reuniones nocturnas de alcohólicas despechadas no anónimas me lo ha dicho varias veces: "s____l es lo que necesitas". Un día, después de una cena, sacó una tarta adornada con las dichosas pastillas que, por cierto, toma mi abuela para la tensión. Yo nunca me atreví a probarlo, ni pensé qué base científica podría tener aquello. Conocía el medicamento de utilizarlo en el trabajo, pero nunca me dio por investigar más a fondo sobre el tema. Hasta ayer.


Ayer me encontré en una revista -seria- un artículo titulado: "¿Qué olvidaría si pudiera?". Hablaba sobre el avance de la ciencia en el borrado selectivo de recuerdos. Me puse a leer como una loca y luego continué en internet. Resulta que desde 2009 se están llevando a cabo experimentos con el fármaco que utiliza la amiga del hobbit mi amiga -sí, porque el Hobbit nunca entendería siquiera que necesitásemos estos dopajes- para tratar el dolor que producen algunos recuerdos. O sea, borrar el dolor asociado a ciertos recuerdos. Se ha estudiado con la finalidad de utilizarse para síndromes post-traumáticos (de abusos sexuales, violaciones, accidentes de tráfico...) y de momento la metodología que funciona es evocar el recuerdo mientras actúa el fármaco (en los experimentos los utilizaban IV, en las mismas cantidades que se utiliza para tratar los problemas de circulación sanguínea). Demostró funcionar en un porcentaje muy alto de los casos, que al evocar los recuerdos las siguientes veces no sentían tanta ansiedad y dolor, no les bloqueaba como antes y, lo más importante, los recuerdos no venían si no eran evocados, no les asaltaban de repente en cualquier momento y lugar, no llegaban sin ser llamados; dejaban de torturarles.

No sé a vosotros pero a mí me parece acojonante. A poco que busquéis, encontraréis los papers de investigaciones (eso sí, en inglés) u otros artículos relacionados. Yo, de momento, voy a escribir a esta chica y a preguntarle cómo lo usa ella... No tengo intenciones de utilizarlo -de momento-, pero ya sabéis que el grano de café, cuando me tortura, me tortura de verdad.

martes, 3 de julio de 2012

So long, this is goodbye.



Cuando tiré a la hoguera ese dibujo que tanto significaba para mí, no pensé que fuera a pasarme esto por dentro tan pronto.

He sentido tantas cosas tan diferentes en tan poco tiempo...

He vuelto a tenerle tan cerca y tal lejos...

He descubierto otra versión sobre las voces, aunque reconozco que me asusta sobremanera la forma en que él huye de ella, de la voz, y se refugia en mí, que no sé bien qué decir, cómo ejercer la función fática en una escucha activa sobre algo que nunca quise escuchar.

Y sin embargo, sentí que toda la decepción se disipaba, lo sentí de verdad cuando me pidió que no me fuera con mi voz y acompañó a casa, después de hablar, de abrirse a mí, quizás la segunda vez en nuestra vida en común.

Como siempre, todo desapareció al día siguiente. Yo no dejé de dar vueltas a si debería haberme ido o no con mi voz. Uno de mis amigos más preciados me dijo que había hecho lo correcto. ¿Lo correcto? Nunca nada es correcto.

Como siempre, cuando hay alcohol de por medio, su amnesia selectiva entró en marcha y cuando intenté sacar un mínimo de conversación su interrupción no pudo ser más tajante: "Cállate".

Pasa el tiempo y en cuestión de minutos parece pasar del amor al odio. Comenzó pidiendo un beso que no tuvo. "He tropezado demasiadas veces", pensé. Pero suele ser insistente y sabe mi debilidad por los abrazos. Sin embargo, a pesar de lo que habíamos hablado el día antes o, precisamente por ello, yo no dejaba de pensar en la voz, en su voz, en que quizás él sigue sintiéndose atraído por ella, en que es cuestión de tiempo que algo vuelva a suceder, en que quizás me mintió como ya lo hizo hace casi 4 meses.

Nunca sabré de verdad qué ocurrió esa noche.

"¿Qué pusiste en twitter que te trae tan preocupada?", me preguntó casi al final. "De ti solo puse que... 'Gracias por des-decepcionarme'..." Sonríe y me abraza fuerte. "Es que... no te imaginas cómo me sentí entonces... me habías llamado para hablar ese mismo jueves y... " Le miré a la cara porque no le estaba mirando. Estaba serio, ¿qué cara iba a tener? Luego se me vino encima, casi sin saber cómo. Susurré un "No, no..." y terminé con la ilusión de nuestros espectadores más fieles : la Gafapasta y su mejor amigo.
No quiero más afecto cargado de alcohol y no sé si quiero más confesiones entre vino y cerveza.

Llegué a casa y escribí sobre sangre. Me fui porque sentí que sobraba. Nunca me pidió que me quedara. Al menos se ha puesto en contacto conmigo para ver cómo estaba, pero cuando ya no importaba. No importaba porque al día siguiente me desperté por primera vez en mucho tiempo absolutamente convencida de que lo nuestro no va a tirar para adelante jamás, aunque él quisiera. Me di cuenta de lo tremendamente infeliz que iba ser. Y me venían los flashes de anoche... el rollo de siempre: sus amigos y la Gafapasta diciendo que tenemos que estar juntos y relatándome sus conversaciones con él mientras yo pedía por favor que no le dijeran nada más sobre mí, que yo no quería seguir con aquello.

Después de tener unos sueños cuyo guión podría estar escrito por mi peor enemigo -que ahora parece ser la voz-, amanecí con 39 de fiebre y la iluminación de sentir que no puede ser. Que le quiero, claro que le quiero... y hasta me atrevo a admitir que de alguna forma extraña él también a mí, cosa que llevo negando meses. Pero esto no va y no va a ir durante mucho tiempo, y ya no quiero que vaya.

Es cierto que me siento mal. Me siento como vacía. Como cuando dejas a ese chico que ya no te llena pero un día te llenó. Como cuando sientes que te estás desenamorando de quien no deberías -a pesar de que yo claro que debo-.

También me siento idiota por tomar sus confesiones como una des-decepción. Y claro que deseo hablar con él. Me gustaría hablar con él y decirle: realmente no me des-decepcionaste, fue un efecto del alcohol, como para ti todo lo que sientes cuando estás conmigo.

No sé si estoy o no decepcionada o si estoy o no desencantada.
Él aprendió una lección, creo. Yo no sé si he aprendido algo de todo esto, salvo que no debería hablar con él cuando he bebido tanto.

Ahora, vuelve a comportarse como antes. Supongo que es mi culpa, si le dije que ya no me sentía decepcionada. Escribe como si nada ocurriese. Escribe mucho. Y vuelve a decir a sus amigos que sí me quiere pero "es complicado". Y yo... yo estoy cansada. Yo ya no quiero estar con él.

Esto debería ser un triunfo, ¿no? Entonces, ¿por qué me siento así? ¿por qué estoy tan confusa? Supongo que, en realidad, dentro de mí, sigue esa lucha interna sobre la parte que quiere confiar en él y la que ha decidido que no, que no le quiere ni como amigo, que ahora puede tomar todos los cafés con él porque le es indiferente.

¿Serán todo esto delirios de la fiebre?

domingo, 1 de julio de 2012

Estoy llena de sangre por todas partes. Ella está asustada. Tú no apareces. "Vete a por agua", le digo. Pero no me quiere dejar sola, y envía a un desconocido. Intento sacar mi dinero del bolso pero tengo las manos púrpura también. No se separa de mí y llega el agua. Me limpia, me limpia como si fuera mi madre. Primero la boca, luego la frente y la manos. Me da las manos de tal forma que me dan ganas de llorar y sólo balbuceo un "gracias". Ella cree que es por secarme la sangre, pero detrás de ese gracias hay mucho más.

Ella mira alrededor y yo hace rato que miro, pero él salta y ríe, y no le importa lo que nos pase. Ella sigue sacando pañuelos y me dice que si quiere que vayamos a casa. Le digo que no, que estoy bien. Y es la verdad. Quizás esté llena de sangre pero no siento dolor. Todo el dolor que siento es porque es ella quien está a mi lado, y no él. El dolor que siento es porque hay quienes han osado compararla con la voz.
Y vuelvo a decirle gracias. Ella me sigue limpiando las manos y me dice que soy su amiga de la arcilla polimérica, que soy la persona más parecida a ella que conoce. Y sonrío como si fuera tonta y pienso que me perdona por haberla odiado. Y sigo sangrando, y ella se asusta y empieza a llamar por teléfono. Y yo veo su nombre en su móvil, pero nadie contesta. "¿A quién llamas?", pregunto. Y me dice que a nadie.

Ya estoy limpia, me dice que estoy bien, me da la mano, me levanta y dice: "yo también lloro muchas veces por nada, yo también soy eso que dices tú... distímica". Sonrío, me da miedo hablar y que me salga sangre por la boca.

Llego a él pero no sé si ya importa. Pasa el tiempo e intento cantar. Que si "déjame, no juegues más conmigo... es mejor que sigas tu camino... " y como si se reira de mí en mi cara empieza a rodearme y yo, como siempre, no soy capaz de resistirme más de tres veces seguidas, y empiezan los cuchicheos, empieza lo que a él tanto le importa: el qué dirán.

Y nos vamos. Y no le veo. Y luego sí. Se va, viene, se va. Le echo, le digo que ahora no venga, que hubiera venido antes, que ya no le quiero cerca y se va. Luego me voy yo. Y aparece, aparece cuando estoy a punto de desaparecer yo.

"Estoy jodida", pienso en alto.
"Sí, jodida, pero de la cabeza", me dice.

Y entonces sangro otra vez, a borbotones...  pero esta vez es por dentro.