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domingo, 1 de julio de 2012

Estoy llena de sangre por todas partes. Ella está asustada. Tú no apareces. "Vete a por agua", le digo. Pero no me quiere dejar sola, y envía a un desconocido. Intento sacar mi dinero del bolso pero tengo las manos púrpura también. No se separa de mí y llega el agua. Me limpia, me limpia como si fuera mi madre. Primero la boca, luego la frente y la manos. Me da las manos de tal forma que me dan ganas de llorar y sólo balbuceo un "gracias". Ella cree que es por secarme la sangre, pero detrás de ese gracias hay mucho más.

Ella mira alrededor y yo hace rato que miro, pero él salta y ríe, y no le importa lo que nos pase. Ella sigue sacando pañuelos y me dice que si quiere que vayamos a casa. Le digo que no, que estoy bien. Y es la verdad. Quizás esté llena de sangre pero no siento dolor. Todo el dolor que siento es porque es ella quien está a mi lado, y no él. El dolor que siento es porque hay quienes han osado compararla con la voz.
Y vuelvo a decirle gracias. Ella me sigue limpiando las manos y me dice que soy su amiga de la arcilla polimérica, que soy la persona más parecida a ella que conoce. Y sonrío como si fuera tonta y pienso que me perdona por haberla odiado. Y sigo sangrando, y ella se asusta y empieza a llamar por teléfono. Y yo veo su nombre en su móvil, pero nadie contesta. "¿A quién llamas?", pregunto. Y me dice que a nadie.

Ya estoy limpia, me dice que estoy bien, me da la mano, me levanta y dice: "yo también lloro muchas veces por nada, yo también soy eso que dices tú... distímica". Sonrío, me da miedo hablar y que me salga sangre por la boca.

Llego a él pero no sé si ya importa. Pasa el tiempo e intento cantar. Que si "déjame, no juegues más conmigo... es mejor que sigas tu camino... " y como si se reira de mí en mi cara empieza a rodearme y yo, como siempre, no soy capaz de resistirme más de tres veces seguidas, y empiezan los cuchicheos, empieza lo que a él tanto le importa: el qué dirán.

Y nos vamos. Y no le veo. Y luego sí. Se va, viene, se va. Le echo, le digo que ahora no venga, que hubiera venido antes, que ya no le quiero cerca y se va. Luego me voy yo. Y aparece, aparece cuando estoy a punto de desaparecer yo.

"Estoy jodida", pienso en alto.
"Sí, jodida, pero de la cabeza", me dice.

Y entonces sangro otra vez, a borbotones...  pero esta vez es por dentro.

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