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sábado, 21 de julio de 2012


This world will never be what I expected
and if I don't belong, who would have guessed it...

Al menos hay paz, por fin, en esta casa. No durará mucho, pero algo es algo. La soledad no es tan mala, o eso me gusta pensar. No puedo evitar sentirme rechazada, aún sin serlo directamente. Me acostumbré a ciertos planes y ahora me cuesta renunciar a ellos. Me atormento sin quererlo con frases y recuerdos y me planteo en serio seguir los pasos de la amiga del Hobbit en el auto-dopaje contra las rememoraciones dolorosas. Me atormento también mirándome sin parar en dobles espejos, con mi cicatriz de 23 centímetros, mi piel jodida y mi asimetría en una parte del cuerpo supuestamente erótica, y después me cago repetidas veces en todas las tías a las que le sobran 2 ó 3 kilos y hacen un drama de ello, o de su celulitis. Porque cuando estoy en off, todo parece el doble: la cicatriz parece el doble de grande (aunque ciertamente eso me da bastante igual) y la asimetría parece ser lo más llamativo de mi ser (y eso no me da igual). 

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A veces relleno de agua botellas de cocacola después de usarlas. Frío las patatas en aceite de girasol y no de oliva. Como mejillones de lata en escabeche en lugar de comprarlos frescos y cocinarlos. Bebo agua del grifo. Paso meses sin lavar el coche. Dejo que mi perra duerma conmigo y le doy besos en la nariz. Como y bebo delante del ordenador. Follo en lugar de hacer el amor. Escribo tweets patéticos cuando llego a casa de fiesta y todo el mundo se entera de que no me siento bien. Lloro viendo películas y escuchando música. Me enganché a Revenge. Me gustaba Kate en Lost. Me enamoré de Jon Nieve.

Son defectos. Y yo sin saberlo.


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