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lunes, 5 de diciembre de 2011

Bufandas, gorros y guantes.

Lo he hecho progresivamente para que hiciera menos daño. Reconozco que cuando vi la cara que pusiste al verme con el abrigo hace cosa de un mes y medio me sentí reconfortada; no soy sólo yo quién asocia imágenes y ropa a situaciones. Y ese abrigo significa más para ti que para mí, porque yo lo tengo desde hace años... lo relaciono con muchas más cosas, y menos contigo. Fue mucho peor sacar los guantes, esos guantes que todo el mundo me decía que eran horrendos y que tú al ver dijiste: "¡Hala, cómo molan tus guantes!". Pero claro, no es algo tan llamativo como el abrigo... Pude ver tu cara, no eran cosas mías y, sinceramente, no me lo esperaba.

Retraso el momento de sacar la cazadora que sí tiene más significado para mí que para ti. La estrené ese primer día del tropiezo con la cocacola, y la llevé el 23F. Pero no sé bien cómo, he logrado domesticar a mi cabeza de forma que sé que no me va a afectar demasiado el ponérmela, como tampoco lo hizo ni hace el abrigo.

Otro cantar será el gorro. El gorro. Ni siquiera lo he buscado. No he querido saber dónde está. El gorro. Cuando lo veas quizás digas algo... Tengo que ir preparada para ello. En parte lo deseo, deseo ver tu reacción. Te encantaba ese gorro y todavía hace poco me lo recordaste: "el que sí que molaba era tu gorro morado". Sí, mi gorro morado. Ahora está asquerosamente asociado a ti, a las fotos de una noche, a ti con él... Y te acuerdas perfectamente, igual que yo: "En la foto que tengo una cara de encoñado que doy hasta vergüenza ajena es en esa en la que me estás poniendo tu gorro morado". Y dirás algo cuando me lo vuelvas a ver, lo vas a decir. Vas a sonreír y a decir: "¡Te has puesto el gorro que me gustaba a mí!". Es muy probable que lo hagas, a veces me pareces tan insensible... Por eso no me esperaba tu cara de impresión cuando aparecí con el abrigo.

Tienes "suerte" de no salir de casa esta semana y no verlo todo otra vez. No ver el árbol de la plaza mayor que a mí me ha matado, ni la pista de hielo, ni el rastro. Aunque probablemente para ti no sea lo mismo, seguro que a ti te da igual; tú no tienes esa base de datos en la cabeza que dices que tengo yo, ni eres tan "emocional" como dices que soy.

Qué absurdo, ¿eh? Pensábamos que la conexión iba a volver por Navidad. De verdad lo pensábamos... estábamos en ello. Y lo peor es que pienso que aún estamos a tiempo, que puedo volver a verte esperando debajo del árbol mientras llego jadeando con mi maldito gorro morado, tarde como siempre hago.

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