-->

viernes, 11 de octubre de 2013

Cada vez que me cruzo un Audi me acuerdo de ti.
O cada vez que suena la Rueca.
También cuando paso por delante de ese bar. Siempre.
O cada ve que veo a Perry el Ornitorrinco.
Si me dicen que qué rara soy, entonces me acuerdo de cuando me dijiste que no era rara, que era especial.
Ayer me acordé de la noche de mi cumpleaños cuando me cogías la mano y me decías que estaba contigo y no iba a pasar nada.

Pero ya no tengo ganas de follarte en el Audi. Ni en ningún sitio.
Ni de cantar contigo las últimas canciones de la verbena.
De volver a ese bar en tu compañía, quizás de lo que menos.
Y nunca he visto entero un capítulo de Phineas y Pherb.
Sé que soy rara y no me importa. No necesito a nadie que me diga que soy especial. Porque ya sé que soy especial.
Ya no me preocupo de que me digas que no te acuerdas de cuando me dices cosas bonitas, porque ya no busco que me las digas, porque ya ni siquiera busco verte. De hecho, lo rehuyo.

No te echo de menos. Ni un poquito. Ya no. En serio.

Me acuerdo de ti todos los días. Todos. Todos. Pero no te echo de menos. Porque casi nunca hacías nada que pueda echar de menos. O, al menos, no lo hacías bien.

Lamento en lo que te has convertido. Si crees que siempre fuiste así, lo lamento doblemente, porque ya ni siquiera piensas. Pero sé que en el fondo lo sabes y te remuerde la conciencia. Entonces te pones a pensar en otra cosa, sales, haces el bienqueda un rato y luego te vas a la cama, te la cascas pensando en las tetas de la Gafapasta y duermes hasta las 5 de la tarde del día siguiente.

Después vuelves a esa ciudad maldita, en tu coche de persona con poder, en tu coche de gilipollas, con tu móvil de gilipollas.

Ni siquiera has vuelto a leer. Ahora vas a encierros. Antes pintabas conmigo carteles para ir dar por culo a la plaza de toros y sonreías mirándonos a los 20 tontos de siempre siendo insultados en la puerta.

Muchas veces me ha dado la impresión de que creías que estaba estancada. Otras me has dicho directamente que no me comportaba como una persona de mi edad.

Prefiero estancarme que retroceder, como tú haces, sobre todo si pienso que estoy avanzando cuando realmente lo que hago es lo contrario.

De verdad espero que seas feliz con tus dj's, con tu fiesta nacional y con tu trabajo en una de esas entidades que se ríen de todos nosotros. Y con tu no-personalidad. Con tu subdesarrollo emocional.

Yo te sigo queriendo, aunque no quiera, aunque sepa que si te conociera ahora jamás me enamoraría de ti. Pero ya sabes, es lo que tiene ser consecuente con tus actos, pensamientos y sentimientos. Ah, no, que no lo sabes.

De cualquier forma, cada vez te quiero con menos ganas. Y no sonrío ni cuando me cruzo un audi, ni cuando paso por el bar, ni cuando suena la Rueca ni cuando te recuerdo dándome la mano.

Ya no entro en tu perfil de Facebook ni miro en el móvil la última vez que has estado conectado. Me la suda con quién estés hablando.

Y ya.

1 comentario :

Desventuras dijo...

Ostras, Niebla... qué fortaleza!! ya me gustaría a mí tenerla también.
Vas por el buen camino, en el caso de que el camino que quieras es el olvido. Tendré que seguirte por el mismo. No sé si te pasa pero eso de ver que esa persona es totalmente diferente a lo que fue... en el fondo es triste pero a veces es lo que te empuja a seguir adelante sin mirar atrás.
Eso de no entrar en el perfil de facebook y, sobre todo, no mirar la última conexión es una de las cosas más difíciles en mi caso y un gran indicador de que mi amor está disminuyendo y mi indiferencia aumentando.

Un abrazo desde esta parte del país donde me escondo como una rata. Espero verte pronto por aquí. Ya sabes que por aquí siempre habrá alguien que te estará escuchando y queriendo :) (aunque no te pueda comentar las veces que me gustaría)

RB