Los errores se deberían de poder paliar cuando los dos
quieren hacerlo. Pero. Pero. Siempre pero.
A veces sí es demasiado tarde. A
veces no hay segunda oportunidad por mucho que te machaques los nudillos contra
la puerta, y grites y llores y pierdas el control que tanto te costó mantener durante tanto tiempo. Nunca sabré dónde terminó todo de verdad, en qué momento se perdió
para siempre la posibilidad de que las cosas fueran como al principio. Aquella
noche del golpe de estado cuando él lo repetía… “Yo quiero que vuelva a ser
como al principio…” y yo sentencié: “Despierta, nada va a ser ya como al
principio”. Quizás yo lapidé el
principio, una y otra vez. Ahora ya da igual.
Cogeré mi pastilla de 40mg
y para dentro. Después, unos treinta minutos después, cuando esté a punto de
alcanzar su techo terapéutico, haré click sobre wonderwall. Luego haré click
sobre todas esas fotos. Haré click sobre el principio. El principio. Haré click
sobre el jodido principio, haré que el principio deje de doler. Haré que para
mí el principio sea como para ti. Destruiré el dolor que me provoca la
felicidad del principio, el dolor que me provocas tú. Me lo cargaré. Será el final del principio. Porque ya
no puedo ser el error sin el que no puedes vivir. Porque yo quiero poder vivir
sin ese error, joder. El final del principio.
El final del principio.
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