-->

domingo, 20 de abril de 2014

Sinceridad.




Si yo hubiera aceptado tu proposición, ahora estaría en la ducha, o planchándome el pelo (sé que es cómo tú me ves más guapa), o eligiendo ropa que disimule un poco el cachalote en el que me he convertido. Estaría descargando lo que queda del frasco del perfume que guardo para ocasiones especiales (o sea, para cuando coincido contigo) que no uso desde que viniste a casa en Navidad, cuando cantamos canciones de Rocío Jurado, Isabel Pantoja, La Fuga y Dover y me metías mano en esta última para distraerme y confundirme porque no tenías forma de ganarme al puto Sing Star. Ahí están los videos, con las caras de sorpresa de nuestros amigos al fondo inclusive. Al menos tengo una prueba de que no lo he soñado. Mientras canta Gunter salimos al fondo abrazados diciéndonos cosas al oído. Concretamente, me estabas diciendo que si a mí no me pasaba que me ocurrieran cosas y quisiera contártelas, que si ya no te quería. No hace ni 4 meses y parece que hayan pasado 4 años. ¿Sólo me lo parece a mí? A veces creo que sí, cuando me escribes como si hablásemos todos los días. Pero yo no puedo disimular mi decepción, no puedo hablar yo también como si no pasase nada, no puedo volver a la normalidad sí de repente, que es lo que parece que pretendías el otro día cuando me escribiste a las tantas mientras estabas de fiesta.

Sé que la culpa es mía por dejar pasar el tiempo y desaparecer cada vez más de tu mapa. Sí, lo sé. Pero creo que si lo he hecho, ha sido por algo. Y también sé que tú no has opuesto resistencia. Sé que ya te doy igual, que no te importo ya, que tú tienes mucha facilidad para pasar página cuando no tienes contacto con alguien, cuando no le ves y pasa el tiempo. Ya lo hiciste en 2010, después de que nos conociésemos y saltasen chispas. Claro que ahí, al vernos después de 10 meses volvieron a saltar, entonces mucho más fuerte, y no pudimos reprimirnos. Ahí empezó eso que tuvimos. Ahí tenías sentimientos. Eras jodidamente entrañable e inocente. Todavía quiero mucho, muchísimo a ese Hobbit de entonces. Le querré toda la vida.

¿Y ahora qué? Quiero olvidarte, que desaparezcas, no sentir nada, no sentir ese dolor de que tú me importes más que yo a ti. De yo ser simplemente una conocida con la que haces tu bienquedismo. Y quizás me siento tan mal por haberlo provocado yo. Es como si mi otro yo me gritase: ¡¿NO ES LO QUE QUERÍAS, NIÑA CAPRICHOSA?! ¡PUES SI AHORA TE ARREPIENTES HABERLO PENSADO ANTES!". Pero podría dar marcha atrás, podría haberte contestado bien a tu felicitación de cumpleaños o a tu intento de contacto medio pedo, o incluso al del día siguiente, sobrio, cuando querías que "en serio, quiero verte antes de que te vayas".

Todo es más ridículo aún de lo que parece. Hay varias cosas que me dan miedo y por eso no he querido verte y, aunque hayamos quedado en vernos en junio, no tengo intención de cumplirlo. Todo es un bucle. Me siento tan tan fea que la inseguridad me domina como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Creo que años, sí, años. Por un lado no quiero que me veas así, así de fea, que sea esa imagen la que tengas de mí. Sinceramente, prefiero que te quedes con esa imagen mía cantando Serenade en pijama muerta de risa mientras me metías la mano por debajo de la camiseta.

Mira, Hobbit, que no sé. Que a lo mejor nuestros caminos sí se vuelven a cruzar dramáticamente, pero yo ahora no estoy preparada para ello. Y sé que lo empeoro, que lapido cualquier oportunidad de acercamiento, pero no puedo evitarlo. Para vencer los miedos que tengo ahora necesito una ayuda que tú no me puedes dar, que no me sabrías dar y que, probablemente, no sabes que necesito. 

En realidad cuento esto como si a ti te pudiera importar lo más mínimo, como si quisieras quedar conmigo porque te importase algo y no lo hubieras dicho por simple compromiso, por el bienquedismo del que haces gala tantas, tantas veces. Si hasta Amy lo dice enfadada, que te has vuelto gilipollas, que te has olvidado de quien eras... Quién soy yo para pensar que pueda importarte algo aún.

Lo cierto es que no me arrepiento de mis últimas decisiones de no verte. Es más, espero no tener que hacerlo hasta las Navidades que viene. A no ser que antes me ponga buenorrísima. Sí, así de primaria, patética y adolescente soy. Lo bueno es que creo que tú no crees que esté tan tonta.

En fin, ni siquiera sé cómo despedirme. Hasta la próxima carta, supongo. Sí, porque escribirte estas basuras es lo único que calma un poquito ese dolor que siento dentro cuando pienso en ti, aunque continue mi lucha interior preguntándome quién y cómo eres en realidad, y por qué no te olvido.

1 comentario :

Desventuras dijo...

Ayyy, Niebla, querida (imagíname en plan años 20 y con un cigarro en la mano)te entiendo tan bien. El querer y no poder, el querer y pensar que no debes. El pensar que por qué... por qué seguir si esa persona ya no está. Cada muestra de una posible aparición de ese ser del pasado te hace llenarte de ilusión pero enseguida piensas que no. Que no debes y que nunca será.
El sentir que te dice algo pero que sabes (o crees) que en el fondo nunca lo entenderá porque no te va a ver como tú lo ves.

¿Te cuento un secreto? a mí me pasa exactamente lo mismo con la definición de cachalote (que me ha hecho mucha gracia) no me ha importado excesivamente el peso pero ahora me veo como el monstruo de la celulitis que se viste con sus pantalones de gordo. Y siento inseguridad, pienso en verlo y siento que estoy tan blanda que no puedo lidiar con la crítica de nadie ni siquiera de mi misma y prefiero que se quede con la imagen de tiempo atrás.
Lo de tener facilidad para pasar página cuando no ve a alguien es en eso como PC, ojalá tuviera yo esa facilidad, me encantaría. Pero soy una estúpida ilusa y no puedo y me quedo anclada en plan la canción de Maná y la tía esa del muelle de san Blas. Así soy yo, patética hasta el final.
¿Por qué es tan difícil olvidar o que simplemente salga todo bien de una puñetera vez?

PD: te he echado mucho de menos, mucho. Creí que ya te habías ido al país de la birra y san Patricio y estaba deseando saber de ti. xD espero que no me tengas miedo por mis muestras de obsesión hacia tu persona. Un beso y un abrazo de cachalote (jajaj me ha encantado)