-->

miércoles, 5 de febrero de 2014

No fui yo, fuiste tú.

Hoy he vuelto a soñar con él, maldita sea. Ya no me acuerdo qué soñé exactamente pero era bueno. A ver... "bueno". Ni siquiera en los sueños las cosas salen bien del todo, con él no. Cuando pienso en lo frío y cuadrado que es no me puedo explicar cómo empezamos algo, su reacción cuando le dije que "A ver... tú me gustas, ¿yo te gusto?". Y el tío parecía DiCaprio en Titanic, me agarraba ambas manos continuamente, me miraba con una sonrisa de gilipollas integral de alucine. Por eso luego yo me preguntaba después cómo a alguien se le puede pasar eso tan rápido, ¡si parecía mucho más encoñado que yo! Si no fuera porque tengo fotos que inmortalizaron muchos de esos momentos, creería que nunca existieron fuera de mi cabeza, que empecé a confundir la realidad con las películas de mi mente enferma.

Pero no. Todavía en Navidad el amigo del Hobbit con el que quedé me dijo:
-¿Qué tenéis exactamente el Hobbit y tú?
Yo me reí nerviosa y no le miré a los ojos.
-Nada, la verdad que... nada.
Y es que me dolía decirlo. Y más en esos momentos que estábamos volviendo a hablar el Hobbit y yo, que hasta me había llamado por teléfono.
-¿Nada? Pero... os lleváis muy bien, ¿no?
-Sí... Bueno, antes sí, pero en realidad ahora... Bueno, ahora en Navidad hemos vuelto a hablar y parece que sí, pero la verdad es que desde que se fue a Madrid dejamos de hablar y... no sé. Casi ya ni hablamos, la verdad.
Supongo que parecí triste.
-Perdona lo que voy a decir pero yo, bueno, todos nosotros, pensamos que es tonto. O sea, a ver...
Y extendió la mano hacia mí como diciendo: Mírate. Y yo me reí y dije gracias.
-No sé -dije-, es que es muy raro... Pero él es así.
-Él no nos cuenta nada, nunca quiere hablar de ti, eres tema vetado.
-Sí, me lo imagino... No habla de nada con nadie...
-Nosotros muchas veces al veros pues... nosotros convencidos de que estáis juntos. Y le preguntamos a él: ¿Pero estás o no estás (con ella)? Y él: "Venga, a la mierda un ratico".
Me reí porque lo visualicé totalmente.
-Él es así... Sí, es así. No sé...
-Es que tampoco dice que no... nos manda la mierda y ya.
-Ya. Si te sirve de consuelo, conmigo hacía algo así, jajajaja. Tampoco me decía ni sí ni no... La verdad es que, ya se lo dije a él el otro día en mi casa, que yo estoy más tranquila ahora.
-Entonces los estados esos del facebook, ¿son por él?
-Oh, Dios, ¿qué estados? Algunos sí, no sé, ¿cuáles?
-Pues por ejemplo uno que pusiste que era algo así como "Es curioso cómo algunos amigos en un año pasan a ser desconocidos".
-Sí, iba por él, sí. Pero más o menos son cosas que le digo en su cara, como que desde que está en Madrid no es la misma persona...

Bueno, el estado en cuestión era este:


A veces pongo estas cosas porque ya me la suda. Ayer, por ejemplo, he puesto la canción de "La habitación roja" que RB me recomendó en un comentario pero que ya había visto en su blog.

Después de estar con el amigo del Hobbit (que me llamó para pedirme consejo amoroso que, por cierto, no siguió y va a acabar muy mal por ello), quedé con Pé. Fui a su casa y de camino allí, el Hobbit me llamó. Estuvimos como 20 minutos hablando por teléfono y nos reímos mucho. Esto fue el 4 de enero, creo, tal vez el 3. Sin embargo, parece que hayan pasado mil años otra vez. Como cuando hablo con él ya me da igual todo le conté todo lo que su amigo me había dicho, incluida nuestra conversación sobre él. Se rió con lo de los estados del Facebook. De lo demás decía: "¡Pero qué cotillas son!". Y también "Sí, es verdad, a veces me han rodeado para intentar sonsacarme". Hablábamos como si fuera hace un año, o más. Hablábamos como si no tuviéramos cosas que ocultar ni ocultarnos.

Mierda, estoy llorando. Qué puta mierda.

El caso es que yo se lo quise contar adrede. Por una parte, por si luego el amigo le decía algo (cosa 99% improbable porque el Hobbit casi les prohíbe nombrarme). Segundo y más importante, para que el Hobbit fuera aún más consciente de que cuando estamos juntos todo el mundo cree que somos pareja, que no son cosas mías, que no vale lo de "a lo mejor es culpa mía que te he hecho pensar cosas que no..." ¡No es mi imaginación, gilipollas!

Esto se lo dije a Pé luego tomando café con ella.
-¡Pues claro que no es normal (nuestra forma de relacionarnos)! ¡Claro que no es tu imaginación! ¡Mira cómo se puso con lo del Elfo, por ejemplo! ¡Y cuando estáis juntos, joder! El otro día en tu casa otra vez igual, os miro y estáis ahí abrazados, en la cena y después, os miráis de reojo con comentarios de los demás... y él más que tú, que hubo un par de veces que él te fue a mirar sonriendo ahí con complicidad y tú ni te enteraste, jajaja, no le miraste a él ni nada y se quedó como... uy.

También me dijo que tengo que olvidarlo y huir de él como de la peste. Pé cree que si no estoy con otro tío es por el Hobbit. Nada más lejos de la realidad. No estoy con otro porque no me gusta otro. Es así de simple. Y no me gusta porque no me gusta, no porque el Hobbit exista o deje de existir. Cuando me pillé del Hobbit estaba el Duendecillo aún revoloteando por ahí (más o menos como el Hobbit ahora) y ya veis, mi cerebro no tuvo ningún problema en hacerme el trolling de mi vida pillándose de él cada vez más y más y más.

Sea como sea da igual lo que digan sus amigos, porque ahora las cosas no son como eran. Ya no nos vemos cada finde ni lo pasamos mano a mano. Da igual que nos abrazásemos en mi casa, o que cantásemos medio singstar como dueto y haya videos de los descojonados de risa. Da igual que nos mirásemos de reojo como si el tiempo no hubiera pasado.

Él tiene su vida y yo debería tener la mía sin pensar en él, igual que él no piensa en mí. Me jode y me cuesta entenderlo, pero no se puede mandar en lo que otras personas sienten. No me quiere y ya está. Y ahora, además, tampoco me "necesita" en su vida. Antes era rarísimo estar más de 3 días sin comunicación, ahora es rarísimo tener algún tipo de contacto en menos de 2 ó 3 semanas.

Lo cierto es que todo cambió en las fiestas del año pasado, después de aquella discusión y luego, sobre todo, de que me liara con el Elfo. ¿Y qué? ¿Merece la pena? Me sigo diciendo que no, aunque se me ponga la vista borrosa otra vez porque algo dentro sigue "enamorado" de aquel chico empanado y pálido que sonreía como un idiota cada vez que me veía aparecer, incluso estando caminando a 25 metros hacia él. Jodidas hormonas.

No hay comentarios :