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jueves, 3 de marzo de 2011

Realidad

A veces tengo ratos de lucidez, como este, en que soy consciente de que no vas a volver y que ya no sientes lo suficiente como para que vuelva a aparecer lo que sentiste. Momentos en los que sé que cruzaremos la línea que luego no se puede borrar. Momentos en los que recuerdo frases tuyas como "pensarás que soy un hijo de puta..." (supongo que si pensaste que yo podía pensar eso es, por un lado, que lo pensaste tú mismo y, por el otro, que es cierto que no me conoces nada). Momentos en que te recuerdo diciendo "A veces las cosas pasan así por algo", o que ya no había ni atracción sexual (es cierto que yo tampoco la sentí las últimas veces...). Son momentos trágicos pero realistas y por ello necesarios. Porque no vas a volver y es mejor que yo me dé cuenta de que "eso" es todo lo que tú y yo vamos a vivir juntos como algo más que conocidos, porque sinceramente no creo que lleguemos nunca a ser amigos, si nunca lo hemos sido. Y por eso es mejor que te recuerde diciendo esas cosas, aunque no quiera levantarme mañana y afrontar el día que me espera, 12 horas contigo en el aniversario del día que empezó todo, todo que no fue nada en realidad.

Y qué poco duran los momentos de lucidez completa, y con qué facilidad se cuelan resquicios de esperanza difusa... Pero no, no, ya está ahí la lucidez, ya está ahí la tristeza... Mañana, quizás, lágrimas de más... Después más lucidez y por fin resignación. Que te he perdido, que lo sé. Sólo espero el día en que me dé cuenta de que no eras para mí... porque hoy no lo veo, no lo veo.

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