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viernes, 13 de septiembre de 2013

Cómo conocí a vuestro padre: hacia la season finale (I)


Voz en off: "Cómo conocí a vuestro padre"

Hijos, seguro que os habéis estado preguntando qué ocurrió a principios del verano de 2013, justo antes de que me fuera a perfeccionar mi inglés más allá del muro. Pues bien, os lo voy a contar.

Como sabéis, el Hobbit y yo habíamos tenido una discusión en el bar de la tía Amy por su mala interpretación de una de mis bromas (con connotaciones sexuales). Esta discusión continuó por whatsapp, ese invento maléfico del que tantas veces os he hablado. En esas discusiones el Hobbit se perfiló como un auténtico dictador, como un cabrón anulador. Además, para poner todo de su parte, me acusaba de no saber beber y de que cada vez que bebía la montaba y solo había números y lloros. Yo me entristecí mucho y me decepcioné. Cuando enseñé esos whatsapp (por Facebook) a vuestra tía Amy, presente en el momento que desencadenó todo, se asustó y me dijo que cómo el Hobbit podía ser tan cruel, que no tenía razón, que era él quién estaba borrachísimo, que yo lloraba porque me dolían las cosas y eso era lo normal, no ser una piedra sin sentimientos como él. Y que ya era mayor para apechugar con sus errores y pedir perdón. También se lo enseñé a Juno y a mi mejor amiga de la infancia, para comprobar de una forma un poco más objetiva si sentirme tan dolida era una exageración mía o de Amy, que es muy como yo. Todas coincidieron con Amy. Todas le daban incluso más importancia que yo.

¿Me estáis escuchando, niños?


Te escuchamos, madre.

Pasé la semana siguiente dándole vueltas (domingolunesmartesmiércolesjueves y viernes) y decidí que tenía que terminar con él lo que fuera que tuviéramos, a no ser que me pidiera perdón de una forma en la que yo sintiera que realmente lo sentía y que él se estaba dando cuenta de lo que había hecho. Porque él ya no era el mismo. Y yo a ese él no lo quería.

Se acercaban las fiestas de mi pequeña ciudad y yo no sabía lo que iba a suceder. Era viernes y él llegaba de esa ciudad asquerosa para pasar aquí el fin de semana. Esa tarde teníamos que bajar al local a por las camisetas de la peña. No sé si recordaréis cuán fantástica era mi camiseta.

El caso es que se acercaba el momento antes de ver al Hobbit y nuestro último intercambio de mensajes por el invento infernal había sido el domingo anterior. Ahora que no nos ve nadie, os voy a enseñar los mensajes en el móvil y así me ahorro saliva.




Así había dado yo la conversación por terminada después de sus salidas de tiesto. Me había servido para darme cuenta de que el Hobbit se había convertido en un dictador que me echaba a mí la culpa de todo, la tuviera o no, porque yo era una persona emocionalmente débil cuando se trataba de él y él era un ser superior que controlaba sus sentimientos y emociones sin dejar que le dominasen, como a mí. Él todo lo hacía por algo y lo hacía bien.

Su contestación fueron las tres primeras lineas que están a continuación. "No entiende nada", pensé, "es como hablarle a una pared". Pero después de unas horas, no pude contenerme. Sabía que estaba en el tren a esa ciudad que lo ha absorbido e iba a tener que "oír" lo que quería decirle. Se lo iba a decir sosegada y desde el corazón, pero se lo iba a decir, porque estaba muy cansada. Estaba en un estado extraño, como se está en estas circunstancias, en las que no controlas muy bien lo que dices, haces o escribes, pero sentía que tenía que hacerlo y entonces escribí el resto del tocho:







Siempre me decía que no me consideraba una lerda, ni una loca, ni una niñata, ni que se consideraba superior a mí, pero las últimas conversaciones mostraban lo contrario.



Lo que creía que debía decirme era que "cada vez que salimos se monta y la culpa no es mía", que "si no sabes beber, no bebas", que "cuando te pongas así voy a pasar de ti" y que "tú sabrás lo que haces pero yo más numeritos, más movidas, más lloros y más rayadas no las quiero".



No me digáis que no es flipante... Yo con toda la seriedad, intentando ponerme en mi sitio y él que si el tío de al lado le estaba leyendo la conversación, "jaja". Para tirar el móvil por la ventana.

Pues eso: llegaba el momento de volver a vernos y no habíamos vuelto a hablar. Yo no sabía si él iba a hacer como si no pasara nada, me iba a escupir a la cara o me iba a pedir perdón. Otras veces habría apostado por lo primero, pero viendo cómo se estaba comportando últimamente, esta muy confusa.



Continuará...





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