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miércoles, 11 de septiembre de 2013

El día de llorar

Hace dos veranos las estaba pasando muy putas. Estaba donde ahora está el Hobbit, porque tenía que ir todos los días al hospital de "La Paz". Una compañera de trabajo de mi madre tenía un piso en uno de los pueblos dormitorio de esa puta ciudad y quise irme sola allí; no dejé a nadie de mi familia que pidiera vacaciones para ir conmigo, ni tampoco quise quedarme en casa de la hermana de mi mejor amigo, que tiene allí un piso. Todavía no sé bien cómo convencí a mi madre, la verdad es que no lo recuerdo, pero mirándolo con tiempo me parece muy raro que lo lograra. No sé qué pude decir para convencerla.

La verdad es que me gusta estar sola, físicamente. Y no creo que sea malo, hay gente que no puede soportarlo.

El Hobbit me había dejado hacía unos tres meses y parecía que la vida me escupía en la cara. O me vomitaba. 

La mayor parte del tiempo era fuerte; salía todos los días a pasear, cogía el metro e iba sola a museos, a las ferias de libros (todas las semanas me compraba un libro en Casa del libro, en la tienda física), al cine, al teatro,... A veces me acercaba a sol (el 15M me pilló allí) pero no me atrevía a ir en los momentos importantes porque tenía miedo de hacerme daño. 

Por la mañana me levantaba, cogía el autobús e iba al hospital. Cuando salía del hospital, a veces iba andando por la Castellana y otras cogía el metro, iba al retiro, o a algún centro comercial a comprar cosas que necesitase. Otras veces estaba muy cansada e iba directamente a casa. Siempre comía en casa, porque a veces me sentía muy mal después. Algunos días mi alimentación era solo helado. Después de comer solía estar agotada y tener frío (a veces del helado; otras veces me daba fiebre), así que me tumbaba en el sofá con una manta y ponía algún canal de noticias 24 horas a ver cómo iban las cosas por Sol, o ponía algún programa de esos absurdos de corazón que no me hacían pensar. Pero siempre dejaba el portatil abierto y enchufado sobre la mesa, con la página de la red social abierta y el volumen a tope, porque él, el Hobbit, llegaba de trabajar sobre las 4 y solía conectarse. Y me hablaba. Siempre me hablaba. Ahora me pregunto cómo se sentiría. Creo que le daba mucha pena.

Mierda, me he puesto a llorar. Mierda. 

Ya está.

Cuando sonaba el piribí me estiraba y miraba la pantalla con los ojos entrecerrados para hacerme otra vez a la luz. Normalmente hablábamos poco, una media hora o así, porque él se levantaba a las 5 de la mañana y también estaba cansado. Pero esa media hora me hacía sentirme mucho menos mal.

Otra vez, me cago en la puta. Y es que si lloro no veo pa escribir.

Ya. 

El caso es que allí también lloraba. Al principio todos los días. Así que cuando llevaba allí como una semana, me dije que aquello no podía ser. Entonces establecí el miércoles como el día de llorar. Era el único día de la semana que me permitiría a mí misma llorar. El resto, sería fuerte. El resto, estaba prohibido. El resto, iría al centro a ver cosas, a conocer aquel gigante que se come a las personas, que se está comiendo al Hobbit ahora. Era fuerte y me iba a poner bien. Y entonces todo iba a estar bien. Entonces, sería una persona feliz y, quién sabía, a lo mejor el Hobbit quería estar conmigo otra vez, cuando todo estuviera bien. Ahora era un momento muy complicado. Todos lo decían.




Vale, sí, sí estoy llorando. Pero no pasa nada, porque recordar esto me sirve ahora. Me sirve para ver que a lo mejor sí que soy más fuerte de lo que creo. Me sirve para recordarme a mí misma las cosas importantes de la vida. Y además, es miércoles. Está permitido llorar.





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Esta entrada no debería estar aquí. Su título original, antes de empezar a escribir era "La canción del miércoles". Hay más entradas como esta en borradores, pero nunca antes me he atrevido a darle a publicar. De hecho, ahora mismo, siento un poco de vergüenza. No releo ni de coña. Y esta tarde o noche, subo lo que quería subir, que creo que tendré tiempo.

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6 comentarios :

Irache Permanyer dijo...

Pues me alegro que le hayas dado a "publicar" y que hayas compartido algo tan íntimo con las personas que te leemos siempre.
Aunque nunca te haya visto, casi te he imaginado por allí y también me he visto a mí misma, pues he estado más de una semana un poco aislada del mundo de forma voluntaria, simplemente porque sentía que lo necesitaba... Me he sentido identificada en algunos momentos y tengo que decirte que sí, Niebla, seguro que eres más fuerte de lo que tú crees.
Siempre he pensado que no es lo mismo ser sensible que ser débil, y muchas veces creemos que por dejarnos llevar por los sentimientos, por llorar, somos débiles, cuando lo cierto es que, a la hora de la verdad, afrontamos con verdadera fortaleza los golpes de la vida.

Besos.

Niebla dijo...

Yo, de vez en cuando, necesito aislarme del mundo de forma voluntaria. A veces es difícil porque tienes unas obligaciones que cumplir, aunque no es ese mundo del que me necesito aislar. Por suerte, mis amigos (los de verdad) ya me conocen y ni les parece mal (a algunos, otros... :S), aunque no lo entiendan.

Bohemia Poeta dijo...

Hola, Niebla, me alegra que hayas tropezado con mi blog de casualidad :3 Por mi parte puedo decirte que no todo el mundo recibe a la soledad del mismo modo. Yo, por ejemplo, a veces la tolero y otras no la soporto. Muy de vez en cuando la necesito.

Desventuras dijo...

Esto es lo que se llama superación y fortaleza. No te conozco personalmente pero sí que creo que eres una persona más fuerte de lo que crees. Respecto a la soledad... a veces la soporto y la necesito y otras veces necesito de voces a mi alrededor para no caer en un círculo vicioso de "todo es una mierda y nunca nada va a cambiar"
Un beso, me alegro de que hayas publicado la entrada porque leyendo ciertas cosas me has ayudado a comprender ciertas cosas mías.
Ainss, si es que es imposible no quererte :)
RB

Niebla dijo...

Gracias Bohemia, por tu comentario. Supongo que sobre todo la toleramos mal cuando nos viene sin buscarla y de repente.

Niebla dijo...

Aiins, qué abrazo te daba! Gracias por tus palabras, ya sabes que para mí tú también eres una amiga y también me pasa eso de que me siento más cercana a ti que a otra gente que tengo físicamente cerca :) Y eso que, como seguramente tú también sospechas, me da que estamos casi de punta a punta en este nuestro bendito país.

Y lo de que el blog es un vicio sano... lo de sano, no sé yo, eh.

Un besote.