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domingo, 1 de septiembre de 2013

Reiniciar el sistema (ahora sí que he vuelto).

Ay, quién pudiera tener una opción como la de Windows de restaurar el sistema, ¿eh? Elegir la fecha más conveniente, darle a un botón y ¡tachán! Las cosas tal y como estaban ese día. Te quedas sin trabajillos para la universidad o sin textos patéticos como este, pero ¡ay!, nunca bajaste ese pack de absurdos emoticonos (codazo, guiño, codazo, Juno) que te llenó el PC (personal computer, no la bloguera) de virus y virus mientras tú decías acongojada: ¿qué está pasando? Yo sólo quería unas carillas nuevas para sacar de quicio a Niebla hablando por el messenger. 

No hacía sims a mi imagen y
semejanza, pero a la de Michael
Scofield, sí.
También se habrán borrado las últimas partidas de Los Sims. Y sabes que, aunque juegues intentando hacer todo igual, siempre habrá cosas que se escapen a tu control y ya no sean tal cual. A lo mejor el hijo de tu sim ahora es hija, a lo mejor antes eran gemelos (todo el que juega a Los Sims sueña con tener gemelos) y a lo mejor se incendia la casa mientras hacías un sandwich de queso fundido a la parrilla y muere toda tu familia. Sí, he jugado mucho a ese juego endemoniado, ¿qué pasa? Creo que es algo típico de cualquier persona distímica que se precie (¿tiene sentido esta construcción gramatical?) durante alguno de esos episodios en los que ama tanto su hogar -y su pijama- que decide no abandonarlos durante semanas. Pero, ojo, hace años que no juego a Los Sims. Me haría sentirme aún más patética. Nunca he hecho un sim a mi imagen y semejanza pero sí he llegado a una situación de absurdez tan total como para pensar mientras juego que hasta ese maldito ser del espacio multimedia tiene una vida más plena que yo. O lo que es peor, que se dé el caso de que mi sim se deprima totalmente, le baje a tope el nivel de sociedad, no quiera hablar con nadie y se pase el día llorando por las esquinas. Y yo ahí dándole a los botoncicos: "Entablar conversación" "Hablar sobre hobbies". Pero mi sim está tan sumido en la tristeza que le hacen un chiste, se siente insultado y se la arma al otro desgraciado sim que sólo pasaba por allí. Como la vida misma. Pobre hipersensible.

¿Creéis que estoy depre? Nada más lejos de la realidad. Bueno, sí. O sea, hay cosas más lejos. Quiero decir que tampoco estoy como unas castañuelas. Vamos, que me ducho, no tengo la selva madre en las piernas ni en la sobaquera y a veces hasta salgo de casa (a sacar al perro), pero sí, desde que volví desde Más allá del Muro me he metido en casa a comer helado, chocolate y helado de chocolate y, claro, a leer como si un comandante de las SS fuera a venir en cualquier momento a quemar mi colección de libros y yo tuviera que terminarlos todos antes de la culminación de una desgracia de tales proporciones. 

"¡Ay, qué cosa tan maravillosa esto de leer! ¡Cómo amo a toda esa gente que escribe libros (y los escribe bien; me ponen nerviosísima los autores autoeditados, ya dedicaré un post a ello, ya sabéis: como siempre, como nunca lo hago)! ¿¡Cómo puede alguien querer salir de fiesta pudiendo leer!?". Este era mi pensamiento cuando me metía en la cama (a cualquier hora del día o de la noche; he descontrolado un poco -totalmente- los horarios) y me agarraba a mi amado Kindle hasta que me quedaba dormidica con él amorosamente acostado en mi regazo. Una sensación de bienestar y paz antes de conciliar el sueño que apenas experimenté un par de veces o tres con el Hobbit. 

Vale, sí, he exagerado. Con el Hobbit la sentí una vez como mucho. 

Era broma. "Ya lo sé". Ay. Estoy acabada. 

Sí, estoy bastante acabada pero, ¡eh! Es uno de septiembre, primero de septiembre, uno del nueve, nueve barra uno para los americanos, "first of september" para los ingleses e irlandeses. Os voy a decir una cosa, así sin venir a cuento: los ingleses NO molan, pero los irlandeses, sí. Y siguiendo con esta absurdez de entrada, pues eso, que escribo porque es uno de septiembre y yo soy  muy de reiniciarme en septiembre. Para mí el año nuevo empieza en septiembre, no en enero (¿cómo va a empezar en enero, si siempre me ocurren desgracias en Nochevieja?). También es cierto que ayer podría haber salido a buscar mi propia desgracia, pero ese es otro tema y ya estoy desvariando mucho. 

Llevo ya escrito un cacho importante y ¡uhh! ¡no he contado nada! ¬¬. Os diría que ahora seguramente escriba más seguido y blablablá, pero ¿sabéis qué? Uno de mis propósitos era escribir más decentemente aquí, releer antes de darle a publicar, cambiar esos guiones de mierda por rayas largas (las que se usan de verdad para diálogos y tal, ¿por qué no vienen de serie en el teclado y sí viene la ç?) y todas esas cosas que hace la gente que no es una ansias como yo. Pero, ¿creéis que eso va a pasar? No, ya os lo digo yo. Por cierto, que me estoy dirigiendo muchísimo a vosotros  (¿quiénes? Me leéis cuatro, además de verdad, cuatro de "un, dos, tres, cuatro lectoras") así como el anónimo a "vuestra merced" del Lazarillo, o como una versión absolutamente desmejorada de Holden en El guardián entre el centeno. ¿Os he contado alguna vez lo del Hobbit y ese libro? Seguro que sí, pero os lo cuento otra vez como culminación de esta tortura, ¿o creíais que toda referencia al Hobbit iba ser solo para ridiculizar su no-potencial sexual? No, en serio, no ha sido planeado, ha salido sobre la marcha. Lo peor (o lo mejor, según se mire) es que en mi vida casi todo va así. De todas formas, juro que tengo en la mollera muchos -bueno, muchos tampoco, alguno que otro- temas serios y/o más profundos a los que quiero dedicar un espacio aquí, pero como hoy se me ha ido de las manos, os cuento esta tontez (seguramente por segunda o tercera vez) y me voy a ponerme al día con blogs ajenos. Y os dejo la hobbitez para otra entrada que esta da un poco de mal rollo al verse tan eterna, ¿no? Sí, bah, no sé.



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