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jueves, 19 de marzo de 2009

Garrulo (Parte 2)

Segunda parte de la entrada "Garrulo".

3. Los turnos de limpieza.
Simplemente, no hay. El garrulo no limpia. Es cierto que ensucia poco y que lo que ensucia lo limpia, pero jamás le verás barriendo el pasillo o el salón, ni fregando las baldosas del suelo de la cocina. Y claro, la mierda se acumula y después cuando le pidamos la fianza a la zorra de la casera, que está a punto de parir a su segunda hija en 13 meses, nos va a decir que gaitas. Y se quedará con nuestro dinero, a no ser que antes nos demos la paliza padre limpiando, y yo sola no me la pienso dar, ni tampoco sola con el no-garrulo. Aquí o follamos todos o la puta se va al río, he dicho. De momento el otro chico y yo barremos y tal cuando vemos que hay muchas pelusas, pero llegará un día que nos cansemos.

4. Máximo garrulismo y Arguiñano.


Y ya digo garrulismo por llamarle de alguna manera. El tío ha estudiado una carrera relacionada con las finanzas, con la economía (aiiins, demasiadas pistas estoy dando hoy, eh), pero luego suelta unas perlas mientras vemos el telediario que pa qué. Y eso cuando vemos el telediario, porque últimamente he adoptado una actitud extremadamente ermitaña y como mis macarrones en mi habitación. Como lo lees. ¿Por qué? Llego del "curro" -llamémosle así, a pesar de que no vea un duro- cansadísima y con cero ganas de cocinar y demás. Antes, con mi antiguo compi, nos sentábamos a comer, charlábamos, veíamos los Simpsons. Pero el garrulo no ve los Simpsons. "Yo esto nunca lo he visto y me parece una bobada", dice. Al principio pensé que iba de intelectual, pero ahora sé que lo que pasa es que ni siquiera entiende esos dibujos. Demasiada ironía para él, supongo. Al chico le gusta ver a Arguiñano. Sí, y cuando llego a comer tiene el mando a distancia en su poder y no me deja ver los simpsons, ni el telediario de la sexta porque quiere ver el programa de Arguiñano. Así que de un tiempo a esta parte cojo mi plato y me meto en mi habitación a comer mientras escribo comentarios chorra en alguna web de esas de "redes sociales" (facebook, ect), hablo con Juno vía messenger, o escribo aquí algo sobre mi patética existencia. Sus comentarios mientras están los Simpsons -algún día que me adelanto y cojo yo el mando primero- se basan en nada, simplemente me toca las narices para no dejarme escuchar, me pregunta que qué tal me ha ido, cuando le importa una mierda. De hecho le contesto y no me escucha, cambia a otro tema garrulo, como sus gallinas, ect, o dice algo con lo que me desprecia como tía, porque es machista como él solo. Viendo al cocinero a veces siento vergüenza ajena de sus comentarios, pero no tanta como cuando vemos el telediario o habla de cosas relacionada con política o economía, aunque esto conmigo no lo hace. Eso solo lo hace cuando está nuestro otro compañero, con el que habla mucho más hasta rozar la idolatría, básicamente porque es hombre (aparte de haber estudiado una carrera similar a la suya) y yo mujer, y supongo que una mujer que estudia una carrera tan mal valorada como la mía no entiende de esas cosas.
Entre algunas de sus mejores frases se encuentra este diálogo:
Garrulo: -Voy a cobrar pero me jode que hacienda me descuente dinero, me quitan un montón de pasta, putos impuestos, puto gobierno.
Compañero de piso semi-intelectual, aparte de rojo perdido: -Hombre, en algún momento habrá que pagar los impuestos.
Garrulo: -Es una putada (blablabla, muchos tacos).
Semi-intelectual: -Con algo habrá que pagar las autovías, la sanidad... para eso están los impuestos, no para que cobres menos.
Garrulo (frase de la semana): -A mí eso de los impuestos y eso, me suda la polla.

Hace unos días descubrí en el messenger al otro compañero, el rojo, con este nick: "A mí eso de los impuestos y eso, me suda la polla; dicho por una persona con título universitario". Al parecer no fui la única impactada.

Otra buena fue cuando le comentaba a al chico este, al rojales, que en Korea ha surgido un grupo de personas que se dedica a boicotear a los restaurantes que sirven perro o gato en sus platos, porque les parece una barbaridad. Entonces la lumbrera del garrulo se ríe y dice que si nos comemos a las vacas y tal y cual que no ve porque no podemos comer perro y gato, que todo es probar la carne, que todo es comestible, todo esto entre risillas, garrulas, claro. No dije nada más; probablemente mi cara lo dijo por mí. Y probablemente mi perra tenga más luces que él.

Otro día empezó a decir que "puto gobierno", que con la crisis había bajado el número de plazas para las oposiciones a las que él se quiere presentar, relacionadas con hacienda, por cierto (no de inspector, claro, el tío aunque sea garrulo es consciente en parte de sus limitaciones). A esto el otro compañero... pongámosle un nombre para evitar confusiones, llamémosle... "el rojo". No tengo nada en contra de su ideología, de hecho la comparto, pero me hace cierta gracia escucharlo hablar a veces. El caso, el Rojo le dice que peor sería que recortaran el presupuesto o las plazas en oposiciones de profesiones sanitarias. Contestación del garrulo:
"A mí eso me suda la polla, yo tengo compañías". Osea, sanidad privada, que en realidad no es privada, su padre será funcionario y podrá tener alguna compañía de salud, que pagan mis padres con sus impuestos, esos impuestos que a él le sudan la polla también.

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