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miércoles, 18 de marzo de 2009

Garrulo (Parte 1)

Según el diccionario de la Real Academia Española:

"garrulo, la.
(Quizá de gárrulo).
1. adj. coloq. Dicho de una persona: Rústica, zafia. U. t. c. s."

Entonces busco la palabra rústico:

"rústico, ca.
(Del lat. rustĭcus, de rus, campo).
1. adj. Perteneciente o relativo al campo.
2. adj. tosco (‖ grosero).
3. m. Hombre del campo."

Y la palabra zafio:

"zafio, fia.
(Quizá del ár. hisp. falláḥ ṣáfi, labrador mero).
1. adj. Grosero o tosco en sus modales o falto de tacto en su comportamiento.
2. adj. Perú. desalmado."


Y si a esto le sumáramos un poco de incultura y prepotencia, entonces quedaría descrito a la perfección mi compañero de piso que, como estoy parca de ideas, se llamará a partir de ahora "el garrulo", como no podría ser de otra manera, aunque para evitar confusiones muchas veces diré mi compañero de piso.

Bueno, con esta entrada voy a quedar bastante expuesta en lo que a mi anonimato se refiere, pero como este tío es demasiado egocéntrico para mirar otra cosa que no sea su ombligo, dudo mucho que ande por ahí leyendo blogs ajenos.

Todo comenzó en Navidad cuando mi antiguo compañero de piso y mejor amigo (aunque también un calzonazos, pues a su novia le daba por el ojete que vivieramos juntos y diga lo que diga ese fue el motivo de peso de que se fuera) abandonó el piso de estudiantes en el que vivía conmigo porque terminó la carrera. Yo me quedé con otro compañero (que casi no pisa por casa y sólo habla de fútbol, impuestos y gracias a B -larga historia esta de B que no voy a contar ahora- de perros, pero ese es otro tema) y junto a este individuo tuve que buscar un nuevo compañero. Yo me curré los carteles y yo hice el "casting". Tenía en mente meter algún estudiante de intercambio que fuera agradable a la vista y por lo menos me alegrara las mañanas antes de irme a "currar", pero el miedo a no encontrar a nadie si seleccionaba demasiado, hizo que le dijera que sí al primer chico que vino a ver el piso. Y así conocí al Garrulo, mi actual compañero de piso.

Este chico era en apariencia agradable, garrulo, pero agradable. Venía vestido con camisa y chaleco, a lo pijo, pero su garrulismo le delataba; él mismo dijo luego que venía de algo parecido a una entrevista de trabajo. Como me pareció agradable y quería la habitación, pues le dije que vale. Le conté los gastos que teníamos y estuvo de acuerdo. Le conté las cosas que comprábamos en común, los turnos de limpieza, ect... Lo típico.

Al principio todo iba bien, pero con el tiempo me ha conseguido sacar de mis casillas. Relatemos como se han ido sucediendo los acontecimientos. Esta entrada ocupaba 6 páginas de word, pero soy consciente de lo pesada que puede resultar, así que voy a irla publicando por puntos:

1. Tacañería por doquier.
Empezó no comprando nada a medias. El tío se compraba hasta sus propias servilletas de papel. No utilizaba nuestros cubiertos, se trajo los suyos propios, y su tabla de cortar el chorizo, como buen garrulo, a pesar de que nosotros ya teníamos una. Debemos de tener el ébola por lo menos mi otro compañero y yo, porque si no, no me lo explico. Pero claro, hay cosas como el papel higiénico, las bolsas de basura o los productos de limpieza, que no se pueden comprar por separado (aunque todo se andará). El otro compañero (nada garrulo, y bastante culto para la edad que tiene, o eso me parece a mí porque soy una ignorante) y yo los hemos ido comprando. Al principio no le pedíamos la parte correspondiente al Garrulo pero con el tiempo ya cantaba, porque él no preguntaba, y se lo hemos dicho. Él dice que ya nos lo dará y así pasan los días, desde Navidad. Desde entonces lo único que se ha dignado a comprar ha sido un limpiabaños de la marca Dia% (y no era necesario porque había 2 a medias, pero se puso cansino) y unos rollos de papel de cocina. Estoy segura de que se ha tambaleado su economía.
Tiene su propia sal, su propio azúcar, compra su agua embotellada... en fin, Yo sigo a medias con el otro chico, pero a él ya le hemos dado por imposible. ¿Qué será lo próximo? ¿ponerle nombre al papel higiénico? Que esa es otra, yo no sé si se pasan el día tocándose el instrumento o qué, tanto uno como el otro, porque el papel higiénico parece que se lo comen.

2. Las facturas.
El tío es un pesado, si puede regatearme un euro en la factura de internet, lo hace. Cualquier día veo que aparece y me dice que como él casi no usa internet, que paga menos. Porque ya veo sus caretos con la factura de la luz (y pagamos 30 euros entre los 3 cada dos meses, osea sobre 5 euros al mes) y con el agua. Con el agua llegó a preguntarme:
-¿Pero pagamos agua?
-En esta vida no hay nada gratis -le contesté.

Es que ya sólo faltaba. Demasiado que no pagamos calefacción, que nos la paga la casera. Pues cuando llegue la factura de la basura va a flipar. El caso es que en la factura de la luz ponía desde el 15 de diciembre, así que él se descontó como un euro y medio por esos 15 días en los que él no había estado y por tanto no tenía que pagar. Lógicamente no se los reclamé a mi mejor amigo y anterior compi; con 1 euro y medio no me tomo ni una cerveza de fiesta en esta ciudad apestosa (con perdón hacia Juno, que es autóctona, pero es que el precio de los bares es para pegarse un tiro). Añadir a todo esto que por alguna razón que desconozco he terminado por encargarme de todo lo económico en la casa: yo recojo el dinero del alquiler y se lo doy a la zorra de la casera, yo pago internet y tengo q mendigarle el dinero a ellos de su parte,... Sobra decir que el garrulo se queja de que internet es carísimo, pero que le rinda cuentas a ONO, no a mí. También le parece cara la luz y el alquiler del piso. Ya lo sabía todo cuando se mudó; que no lo hubiera hecho.


Mañana:
3. Los turnos de limpieza
4. Máximo garrulismo y Arguiñano.

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