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domingo, 22 de junio de 2014

Lo conseguí. Supongo.





Dice mi ordenador que son las 19:58. Se solía ir en el tren de menos cuarto, así que supongo que ya está de camino "a esa ciudad que nos devora" (Amaral). Al principio me llamaba desde el tren. Qué absurdo todo. Ya no le veré hasta mínimo el 20 de septiembre, que es cuando tengo pensado volver, a no ser, claro, que se presente a despedirme en Barajas -perdón, Adolfo Suárez- con un ramo de flores, ¿os imagináis? Jaja (risa amarga). Sí, lo he pensado, y sí, soy consciente de que eso nunca pasará.

Estoy muy nerviosa. Me refiero a dentro de mí, siento taquicardias y que todo va muy deprisa en mi cabeza, pero al menos ya no estoy tan paranoica como ayer. Aunque, al no haber vuelto a dar señales de vida, sí he tenido a dos partes de mi cerebro pegándose (que si pasa de ti porque no ha insistido en verte, que si a lo mejor es por no cagarla, etc.). Yo imagino que ha dormido hasta las 4 o 5 de la tarde, ha hecho la maleta y se ha ido al tren. Yo ni he pasado por su cabeza en ningún momento. De verdad lo creo. También tengo que confesar que en la última conversación por whatsapp dejé de contestar porque sí y ahí se quedó, con la palabra-mensaje en la boca-teclado.

También le he dado vueltas a que mi declive comenzó a raíz del viaje a Irlanda del año pasado, pero no voy a empezar a culpar a mi yo pasado de cosas que... Bueno, que le quiten lo "bailao" y que yo no sé si he podido hacer más o no, pero he hecho mucho. O lo he intentado, como sabía. Y cuando me he alejado, ha sido porque la esperanza ya no era suficiente como para soportar el daño que me estaba haciendo (la situación, no él, aunque también).

Lo doloroso es darme cuenta de que él para mí, aunque en mi vida diaria parezca lo contrario, pues sigue siendo alguien importante. Hoy iba en coche y vi a un tío con andares y pintas parecidas de la mano de una tía y me dio un vuelco el corazón. Entonces me acordé de cuando me lié con el Elfo y de que si él sentía algo por mí (que supongo que sí), aquello tuvo que ser muy heavy (como indicó su reacción). Y aún así, cuando volví de Irlanda, recibí aquel whatsapp:
H: ¿Ya estás en La Comarca?
N: Sí
H: ¿Te apetece tomar un café?
N: He quedado con M en media hora.
H: ¿Dónde?
N: En el XXX
H: Ok, pues me paso por allí.
H: A no ser que queráis estar solos...

Algo así fue. Aunque antes de irme se presentó por sorpresa a despedirme en el bar, pero se montó una paranoia muy grande en la cabeza; yo había quedado luego con M (cuyo nombre de pila es el mismo que el del Elfo) para despedirme, y el Hobbit pensó que en realidad había quedado con el Elfo; vamos, que habíamos empezado a salir o algo así. Fue todo muy extraño porque preguntaba las cosas que yo preguntaría si estuviera pasando al contrario, con la sonrisa falsa que yo lo preguntaría. Aquello era como robar a un ladrón. Sin embargó, allí, ni Pé ni Gunter ni mi amiga de la infancia aclaramos la situación, adrede. Cuando al salir del bar lo aclaré yo, pude ver incluso como suspiraba y la sonrisa dejaba de ser falsa.

Pero al venir le huí. Vino a aquel café y M me dijo que lo veía un poco desesperado pero no sé, supongo que me sentí fuerte, o débil, o yo qué sé... pero le empecé a evitar y no contestar a los mensajes, así que en el último año nos hemos visto bastante poco, la última vez en Navidad, en la cena esa que conté que organicé en mi casa y en la que, bueno, por un rato todo volvió a ser incluso "como al principio".

No sé por qué me torturo recordando esto, aunque en realidad tengo cara y pose pasota mientras escribo y, como dice una amiga mía, parezco un T-rex (estoy tirada en el sofá, tecleando). Miro el móvil de vez en cuando, deseando pero no que sea él ese bocadillo de la banda de arriba. Le veo conectado desde el móvil en el chat del FB, sabiendo que no me va a hablar, y hasta siento tentaciones de hacer un Russian y publicar algo en el muro para llamar su atención y ver si reacciona o no. Pero no lo hago.

Porque esto es lo mejor, ¿no? Sé que sí y sin embargo me siento muy triste. Ya no debería de doler, sé que no debería, y por eso pierdo la esperanza de que algún día lo haga, porque aún, a ratos, sigo pensando que, quién sabe si en un futuro... Y eso hacía MUCHO que no lo pensaba. Cuatro mensajes han bastado para remover toda la mierda de mi alma. Qué le voy a hacer. Y no debo extrañarme de que pase de mí, si ni siquiera preguntaba qué tal cuando iba al médico a Madrid.

Como leí una vez en una tarjeta inglesa: "A veces nos parece que las cosas se están viniendo abajo y lo que están haciendo es ponerse en su sitio".

Se supone que debo estar bien, y lo estaré. 

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