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lunes, 21 de noviembre de 2011

Estoy aquí...


Pensando si cuando se terminen los 15 minutos de batería restante me echo a llorar por puto desahogo o me cojo el vibrador y me doy al faping para olvidar mis penas.

Mi subconsciente me juega malas pasadas y comienzo a utilizar mecanismos de defensa incluso cuando las cosas objetivamente parecen ir bien. Pero yo las veo mal. Siempre esperando la hostia, siempre esperando el huracán. No sólo es que viniera a mi fiesta el jueves, es que ese día me llamó por teléfono 3 veces... Y todo parecía tan genial otra vez por la noche, hasta que... (siempre "hasta que", siempre "pero"). Hasta que, de repente, comenzó a hablar de "cuando la otra vez". Y como si de un segundo ciruelo se tratase, comenzó a confundir palabras en su vocabulario, pero no importaba, porque yo sabía cuáles buscaba y se las encontraba. Y parecía que todo apuntaba en una dirección, hasta que de pronto empezó a apuntar en... una dirección desconocida.

"Estabas ofuscada"

Y ofuscada me quedé al oírlo y la noche dio un giro de 180 grados. Un giro de esos de sentarte en la taza del vater en solitario y mirarte en el espejo exigiéndote no derramar ni una lágrima. Un giro de esos que hacen que la gente de repente se mueva lento, que la música suene lejana y que todos tus amigos te parezcan payasos. Un giro de los que te hacen quedarte mirando a la Gafapasta mientras él le habla pensando que ni eres ni serás nunca como ella, al menos para él, por mucho que te diga continuamente lo iguales que sois. Llueven los "qué te pasa" seguidos de sonrisas impostadas, nadas, caras de rancio y ganas de llorar.

Vuelves a ver la realidad: ya se ha arrepentido, le ha vuelto a pasar. Creías que te entendía y no. Creías que había entendido las cosas que pudiste pensar "cuando la otra vez", pero no. No te entendía, no te entiende y no te entenderá nunca. ¿Entonces qué pensó para intentar volver? ¿Pensó acaso que la otra vez me volví loca por alguna extraña razón y ahora estoy cuerda de repente? ¿Debo asumir con ese tipo de comentarios que yo tuve la CULPA de que no funcionase? Es lo que estaba diciendo, con otras palabras. Se supone que sabe como soy, que ahora sí, que eso le permite entender también todas las cosas extrañas de "cuando la otra vez". Pero no. No entiende una mierda.

Y piensas que te lo mereces, que ya lo veías venir, que qué estupida has sido otra vez... Es la historia de siempre. Soy lo más payaso de este mundo, pienso. Es cuestión, esto no va a funcionar.

-Eh, Niebla -susurra mientras me toca cariñosamente un brazo-. Niebla, eh, mírame ¿qué has bebido? ¿estás bien?

Y pongo mi sonrisa falsa más realista. "Sí, tranquilo, estoy bien...". Me abraza, me abraza. Dejo caer mi cabeza en su hombro-pecho y ahí me quedo. ¿No me quieres? Pues bueno, da igual, pero ahora estoy tan a gusto... Estoy aislada de esta gente estúpida y de este estúpido bar, de esta estúpida fiesta, pero ahora ya no veo porque tengo los ojos espachurrados en tu clavícula. Sólo respiro sin querer tu olor... malditas hormonas. Sí, estaba ofuscada... y aún lo estoy. Es lo que hay.

Después la vuelta a casa: soledad por la misma acera, discusiones con mi yo pasado, guerra entre Nib y Niebla...

El viernes, a tomar algo a última hora de la tarde.

Sábado y... ¿repetimos? Ya no, porque soy una confusión en mí misma, como él dice. Parece que todos mis mecanismos de defensa se activan a la vez de nuevo. Me alejo, calculo las distancias e intento controlar más mis palabras, no con demasiado éxito en algunas ocasiones. Noche de distancias, de silencio por mi parte: noche rara.

Me pongo el abrigo, me quiero ir a casa. Debería haberlo hecho hace mucho rato.

-¡Niebla! ¡¿Te vas?! Te ha contestado mal braubrau, ¿verdad? He visto la cara que ponías... Espera que cojo mi cazadora y me voy contigo, ¿vale? No volvemos a este bar... El próximo finde tú y yo no venimos aquí, ellos que hagan lo que quieran. Voy a por la cazadora, ¿ok? No te muevas, eh, espérame.

It's something.

Fuera Diluvia. Pienso que B me quiere advertir, pienso que tengo que huir ya de ahí y, entonces, no me he dado cuenta y ya me está rodeando con sus brazos, tengo al Hobbit encima, achuchándome contra él, dándome besos. Y sonrío sin querer porque, qué coños, es lo que llevo deseando toda la noche.
-Si quieres te acompaño a casa
-Con lo que llueve... llegarás empapado a la tuya -digo escondiendo mi Yao Ming interno.
-No llueve tanto...
Y vuelve a la carga. Pero soy incapaz, incapaz de disfrutarlo... Porque todo es demasiado extraño, porque no dejo de pensar en la ofuscación. Así que, sin dejar de sonreír, delicadamente me separo algo, aunque sin soltarme de su brazo.
-Me encanta que llueva, ¿a ti no?
-Hum... no -dice extrañado-. Bueno, si estoy en casa me da igual...
-A mí me gusta, me gusta la lluvia y mojarme, pero ahora me acojona un poco, porque B siempre me advierte con lluvia.
-¿Te advierte? ¿Cómo que te advierte?
-Me intenta decir algo.
-¿Pero para bien o para mal?
-Para mal, supongo.
-Ya empiezas...

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1 comentario :

Chari dijo...

La de veces que respondemos un "no m pasa nada" cuando estamos mal..
Y la de veces que volvemos con alguien creyendo que ha cambiadoo que alguien vuelve a nosotras pensando que hemos cambiado y no es así...
Me encantan tus relatos, aunque a veces me cuesta un poco seguirte, jeje.
Te leo.