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miércoles, 2 de noviembre de 2011

Abrir los ojos y cerrar las alas

Podría escribir otro texto metefórico ("a veces las metáforas se nos van de las manos", me decía el Duendecillo en ocasiones y yo lo recuerdo sonriendo). Pero me falta tiempo, tiempo para todo.

Todo está ocurriendo tan deprisa... es peor que una montaña rusa. Es como un huracán que apareció poco a poco con sus cambios de tiempo, sus lluvias... pero que sabes que al final arrasa con todo.

El lunes no cedí el paso a una pareja en un paso de cebra, y cuando entré al supermercado me topé de frente con todo el surtido Navideño comestible. Ha empezado, pensé, siempre empieza en estas fechas. A sólo una semana de una de las fechas señaladas.

Pero no estaba triste, la verdad. Sabía que volvería a irse a la mierda, pero pensé que aguantaría otra vez la Navidad.

Al llegar a casa se produjo esa conversación surrealista. A veces, con él, no hace falta mucho más. Era el principio del final. Y él lo sabía, sabía que si se iba a la cama, que si no nos veíamos, yo entendería lo que entendería. Supongo que por eso no lo hizo, que por eso se quedó, por eso nos vimos. Pero no, no me llamó. LLamo a un amigo, y al no cogérselo llamó a otro amigo. Sí, de mis amigos, de los que saben que están conmigo. ¿Y quién bajó a buscarle al bar? ¿Quién va a ser? Bajó Niebla... Bueno, cuando estábamos juntos nunca me llamaba a mí, les llamaba a ellos... y estaba encoñado, no es tan grave...

Pero la noche ya se había ido de las manos. Yo sólo quería pasarlo bien, y a eso salí. Salí decidida a beberme el agua de los floreros. Tengo que decir que nunca he sido de beber mucho, ni estando muy triste. Pero no pensaba irme a casa ni un minuto antes de lo que lo hago cuando está él.

Una amiga dolida, sufriendo. Es aún más frágil que yo, y de las pocas personas que saben cómo me siento en realidad en muchos aspectos, aunque no en el del Hobbit. La siguen ofendiendo, mis propios amigos. El Hobbit ríe, como si fuera un puto retrasado mental. Por cierto, su saludo hacia mí fue una mierda. "Veo que al final te has desranciado", dije sonriendo. Y por respuesta obtuve su puta cara de rancio.

No pasó nada en realidad, o no sé lo que pasó. División de grupos, lágrimas de tres personas... se nos fue de las manos. La noche que yo quería demostrarle lo bien que podíamos pasarlo, la pasamos llorando una cuarta parte de nosotros. Él no, claro, él es de piedra.

"¿Pero qué te pasa?", preguntó de buenas. "Tú no has estado para verlo, no lo entiendes", dije mientras se me caían las lágrimas (hasta el culo tiene que estar ya de ellas). Me agarró de la cintura y agradecí el gesto, sinceramente "¿Y no me lo quieres contar?". Me sentí como la niña pequeña que va llorando su maestra porque le han pegado en el recreo. Pero no, me deshice de sus brazos y le dije que no. Bastante confianza que no devuelves te he dado ya. No vas a entender más, y no quiero llorar más. Todo mi esfuerzo durante 8 meses para no llorar en tu presencia, a la mierda en 4 días.

Me puse seria para defender a mi amiga, intentando hacer entender cosas a gente que sé que nunca las va a entender, intentando hacerle entender a él, que me mira con cara seria y asiente con esa cara de comprender, cuando realmente no sé hasta donde entiende.

Y todo empieza a irse de las manos. Llega gente, ¿qué pasa? Empieza a haber cruces de insultos... le llamo hijo de puta. Mi mejor amigo me agarra y me lleva a otro sitio. Empieza a pedirme perdón por lo que pasó al principio de la noche... Lloramos los dos, y no es sólo el alcohol, desde párvulos tenemos un mecanismo extraño que nos impide contenernos cuando el otro llora. Me abraza, me da besos, y ciertamente me calmo bastante.

El Hobbit aún así regresa (sí, ya os he dicho que últimamente parece que esté yendo a un grupo de hindúes o algo así). Empiezo a contarle... Cuando dice algunas frases me doy cuenta de que sigue sin entender... Suspiro... "No sé para qué te cuento nada, la culpa es mía...", digo. Y es mi frase con él, una de las más utilizadas. Y me giro para irme. "Ahora te das la vuelta y te vas... Niebla, ¿no ves que siempre me haces lo mismo? No, no te entiendo... Ayúdame a entenderte". ¿Cómo no me voy a girar? "Perdona...", digo (y esta es también una de las más utilizadas últimamente). Y sonrío, sonrío con una sonrisa de "perdón", de "no me entiendo ni yo", de... "no sé qué hacer contigo...".

No pasa mucho más porque los cerdos de sus amigos tienen mucha hambre, así que el grupo se vuelve a dividir... Yo me siento en un banco... cabeza entra las piernas. "Vámonos, te llevo a casa", me dice mi mejor amigo. "No, dame un poco de tiempo...". Lo que quiero es esperar al otro idiota, a que salga de engullir como un cerdo y ver si se ofrece él, si es capaz siquiera de decir algo. Y sin levantar la cabeza comienzo a oír voces. Chistes sobre el primer "it's something" de la historia, "¿Cómo se escribe máximum?". Levanto algo la cabeza, me ha dado curiosidad el grafiti del primer it's something, pero he bebido demasiado como para verlo.

Ni una palabra del Hobbit, ni un nada. ¿Por qué? Porque soy su ciruela. Cada vez lo entiendo más, aunque intento no comportarme como tal. Porque soy una ciruela que sabe que es una ciruela, y se autocontiene tantas veces... pero él no sabe que es un Hobbit, así que no puede hacer como Juno, no puede intentar calmar el ciruelismo de la ciruela, porque no lo entiende.

Mi mejor amigo mueve la cabeza mirándome en gesto de... ¿qué voy a hacer contigo?. Y le pregunto que si nos vamos. Me levanto y no mira a nadie, empiezo a andar.

"¡NIEBLAAAAA!", me giro a unos 25 metros. Le veo con su puta cara de rancio, su sonrisa de bienqueda de mierda. "Adiós..." Y eleva una mano. Repito la palabra con cara de no entender y sigo caminando con mi mejor amigo que se empeña en acompañarme hasta casa. Luego, festival de lloros en mi portal, no poder contar cosas porque el Hobbit no quiere que las cuente. Mi amigo que nunca entendió ni entenderá al Hobbit y que sin embargo me entiende a mí, por increíble que parezca. Pero es que los iguales tendemos a juntarnos.

Y nada... me han jodido la mañana con un trabajo en grupo... Así que...

Continuará...


(pero no esperéis nada bueno, ya sabéis que las espirales siempre terminan mal, para hobbits y ciruelas, da igual).

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