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jueves, 27 de octubre de 2011

Orden en la sala

Orden, orden. No lo acabo de poner. De hecho, hasta me he quedado esta mañana en la cama con cara de Yao Ming cuando me ha sonado la alarma del móvil. La he apagado, me he girado y a seguir durmiendo.

Y bien... Hoy mi cerebro ya se ha vuelto loco completamente porque he soñado con... tachán tachán... ¡el chico ese de mi clase que dije hace unos días que me temía que entraría en mi vida! Vamos a tener que ponerle un nombre. Al principio pensé en llamarle "el humano" porque es lo que me pareció, que lo era, que no era una criatura. Ahora ya... ya no sé. A veces pienso que es un ser de agua, como yo. Ayer incluso pensé que yo me estaba convirtiendo su Hobbit. No lo sé.

Le conocí el primer día de clase... vino a mí directamente, me habló y se presentó, como si estuviéramos en un capítulo de "Sensación de vivir", pero sin prepotencia. Me sentí bastante halagada, además el chico tenía cierto atractivo. Nos pusimos a hablar y enseguida fluyó la conversación, sospecho que él piensa que hubo "conexión". Desde ese primer día me dio una confianza (oh, maldita palabra,) que yo no pedí (mierda, soy un puto Hobbit ahora) y que creo que no merecía... si le acababa de conocer. Me contó algunas cosas personales suyas. Me agregó a redes sociales y, ya lo dije, me ha mandado bastantes mensajes personales, y nunca mejor dicho lo de personales. Es una persona agradable, y sinceramente, me da pena en cierto modo, porque no puede ir abriéndose al mundo así como lo hace... le van a caer hostias como panes.

El tema es que ayer me mandó un mensaje algo ciruelo, o quizás más bien Nieblo, me recordó bastante a algunos mensajes míos al Hobbit al principio de conocernos. Y a raíz de eso, he soñado con el chico este de clase.


Ayer no quedé con el Hobbit. No se conectó a internet y no le llamé ni nada. E hice bien. Debería ser más consecuente con mis pensamientos, esos que me vienen en momentos de lucidez y me hacen ver que si no conectamos más esto ya no tiene sentido, que me hacen ver que él pasa de todo y dentro del todo estoy yo. Pero luego, no puedo.

Y también pienso en el Duendecillo, aunque ahí de momento sí me obedezco. Hace tantísimo que no le veo que no sé lo que sentiré, pero ahoramismo estoy desencantadísima con él. Otro que no crece aunque siga cumpliendo años. Otro que quizás me acabaría agobiando como ha agobiado a las demás. Es otro especialista en frustrar, o quizás yo soy muy frustrable.

Y hoy... maldita sea, fiesta. Fiesta de unos compañeros de la Universidad, llevan toda la semana intentando venderme una entrada. Una maldita fiesta de Halloween. Barra libre de cerveza, copas a 3 euros..., un chollo que me haría plantearme ahogar mis penas en alcohol... sino fuera porque va la Gafapasta. Llevo 3 semanas sugiriendo salir un jueves y nadie de mi grupo de amigos ha querido, el Hobbit suele animarse pero en el último momento alega que está cansado. Pero hoy con la barra libre ya tengo una amiga que desea ir, y no me extrañaría que él quisiese ir también. Y no, Niebla no está para fiestas de disfraces y eso que me encanta disfrazarme, pero no... Prefiero quedarme en casa y adelantar trabajos de clase... Veremos si en el momento de la verdad no me acaban convenciendo...

¿Cuánto nos apostamos a que el Hobbit querrá ir?


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