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jueves, 13 de octubre de 2011

Si algo es demasiado bueno para ser cierto, es que no lo es

Desde que escuché esa frase, me hice fan, ¿cómo no hacerse? Aunque no la recordé cuando debería haberlo hecho, en lugar de pensar en esa frase estaba todo el día (y la noche a veces) escuchando canciones tan pastelosas que me podría haber salido merengue por la boca... ya sabéis, Innocence de Avril Lavigne era un Hit en mi iTunes, junto con otras que ni puedo poner ya como "Por eso" de Maldita Nerea. El caso es que sí que pensaba que no podía ser verdad de lo bonito que parecía todo... Pero tenía tantísima confianza puesta en ese puto chaval (el Hobbit) que en esos momentos no podía imaginarme que iba a reaccionar como lo hizo. Joder, no estaba así de bien con alguien desde... ya ni me acordaba.

Da igual... Ahora no iba a hablar de eso.

Lo que ahora era demasiado bonito para ser cierto era la plaza en la Universidad de la ciudad de Juno. Es curioso cómo me gusta tener opciones pero cuánto odio tomar decisiones. Aún así, me iba a ir, si el horario no era peor que aquí. Pero estar un viernes hasta las 9 de la noche en clase... En una facultad que está a 3 km de la casa donde viviría... Eso, demasiado bonito era para ser cierto. Estoy condenada a seguir aquí, a mendigar cafés, a hacer guardias en internet para interceptar al Hobbit y que me explique por qué el martes, cuando parecía que todo estaba bien, dijo que iba a mear y... voilà, desapareció hasta hoy. Unos meses antes o incluso semanas, me habría ido a casa llorando como una payasa, pero el martes no. El martes Nib le dio la razón a Niebla y ya está. Pensé: "Increíble que mi puto subconsciente siempre se vea venir estas cosas". Y es que no sé por qué no le hago más caso, a él, a mi yo pasado, a mí en general.

Pues nada, estoy jodida. Juno y yo nos necesitamos, o eso creo, porque últimamente le fallo incluso a Juno, de ahí mis recientes reflexiones sobre la incapacidad de Hobbit para satisfacerme.

Me voy a clase, a la clase de mi ciudad, de mi ciudad que como ciudad está bien, pero... bah, ¿qué más da? Me voy a clase de ese profe joven buenorro que me miraba porque mi cara le sonaba de algo y creía que me conocía de antes (me lo dijo el otro día cuando acabó la clase). Y el martes (oh casualidad), dedicó un rato de clase a darnos su opinión sobre el canon actual de belleza femenina, "estúpido por otra parte", dijo. Punto y minipunto para el profe buenorro que se apellida igual que el Hobbit.

Ha aparecido otra criatura en escena, un chico de clase, al que voy a tener que ponerle nombre porque sospecho que, para bien o para mal, va a empezar a entrar en mi vida... Y joder, ¿lo peor de todo sabéis qué es? Que me atrae, coño, me atrae. Me atrae desde que el primer día se acercó a mí en la puerta de secretaría y me dijo a lo serie americana cutre para adolescentes: "Perdona, creo que vamos a la misma clase... Yo me llamo -----".

Me agregó a una red social, me ha mandado ya como 5 mensajes o así, y ayer me abrió conversación cuando no me lo esperaba en absoluto, llamándome por un diminutivo de mi nombre... ¿Que si es guapo? Bueno, Juno diría que es mucho más guapo que el Hobbit, pero también diría que para eso no hace falta mucho (¬¬). Ya deberíais saber que más que de guapos soy de que me pongan o no me pongan burra, aunque no voy a decir que este chico es feo porque no lo es (ni el Hobbit lo es tampoco; Juno cuando no le odia lo admite). Y tiene mi edad, que eso en mi clase es decir mucho.

Y eso, me voy, que he vuelto al modo "querido diario"...

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