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miércoles, 27 de marzo de 2013

Pude decir que los ojos rojos eran de estar frente al ordenador, o de poner atención a tanta miniatura. O si me apuras, de llorar. Eso sería creíble viniendo de mí. "Es que estuve escuchando unas canciones y..."

Y la tripa... la tripa puede dolerme de reirme mucho, ¿nunca tuviste agujetas de reírte? Seguramente te pasaba como a mí, que ni siquiera eras capaz de distinguir unos dolores de otros.




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Lo contrario de dentro es fuera.
Nunca ha estado dentro, pero creo que tampoco fuera.
Yo estoy bastante fuera últimamente.
Fuera de ti, fuera de mí, fuera de él, que está fuera de sí.
Fuera de control.
Fuera de lugar.
Tan fuera sin estar fuera, siendo él quién está fuera pero estando más presente.
Y me lío.
Y caigo.

Blind the face with beauty paste.

Apoyo la cabeza sobre la puerta que cierro. En ella está el problema y no ahí fuera. En mi cabeza, digo; no en la puerta. No tengo ganas de mear, era mentira. Pero respiro porque acabo de llegar, queda demasiada noche por delante. No tenía que haber venido, aunque eso no debí verbalizarlo delante de él. Y menos tantas veces. Tan pronto.

No puedo seguir el ritmo de Amy y tampoco quiero intertarlo pero lo peor es que, por eso mismo, ya no puedo tener una conversación medianamente normal con ella. Hace más de una semana que no puedo. Lo pienso y me pregunto si soy la única que piensa que Amy ya tiene un problema. M

Me siento realmente sola, rodeada de tanta gente. Eternamente sola, con él a unos treinta centrímetros. Y miro un poster de Jack Daniels y suspiro. Y vuelvo a suspirar. Y digo tu nombre, pero la música está alta y, aunque me oigan, me da igual.


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Intento borrar el asco de mi cara, las señales de la guerra que se libra dentro de mí de forma encarnizada. Sé que mi rostro lo refleja, y me recuerdo a Eduardo Manostijeras intentando sonreir, como si eso fuera algo ajeno a mi ser. Sí, mi cara debe de ser parecida.

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-¡Oh, mierda! ¡Niebla, he perdido a Niebla! -dice el Hobbit llevándose una mano a la cabeza.
-Está detrás de ti -le dice la Gafapasta, ese ser por encima del bien y del mal, ese ser al que mira sonriendo entre babas y risas incluso cuando está contando en cuántos bares de esa calle ha echado un ñordo y en cuál giñó mejor (True story).

El caso es que estoy detrás de él, desde hace unos segundos, pero he tenido que abrirme paso entre muchos sobacos sudorosos para lograrlo.

Me doy cuenta de que podría ser Juno el día que el Gnomo se la "dejó olvidada" en un bar, como si fuera una bufanda que dejas en la barra y de la que no te acuerdas hasta que te viene un aire, porque a un perro no lo dejas olvidado así, seamos realistas. Yo fui más rápida que Juno y salí detrás de él escurriéndome entre la gente. Salí, le vi a unos metros y logré ponerme tras su espalda en pocos segundos, pensando que me había visto, incluso me había parecido que me hacía señales para que me acercase, pero debió de ser una ilusión óptica.

Sé que mi cara fue indescriptible. Lo sé porque lo vi en la suya, como si le hubieran metido la mano por el culo en una consulta médica llena de estudiantes en prácticas o, mejor dicho, como si me la metieran a mí con él delante.
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Ahora parpadea su nombre en una pestaña de firefox. Pero yo sigo escribiendo. Me fui sin despedirme de él, con un avioneto en condiciones, después de un par de horas de aquello. Aún así, creo que no me dirá nada de eso.

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Llegué y fui tú, B. Y cuando sentí bienestar con ello, me sentí más tú que nunca. Y me di cuenta de que estaba llorando.

Lloré mi propio patetismo, lloré tu muerte y la mía propia. Lloré porque me di cuenta de que estaba sintiendo liberación en el dolor, como una jodida enferma, como lo que, supongo, soy. Luego, cuando conseguí quedarme dormida, soñé con mi cara cayéndose a cachos, con las comisuras de mi boca desgarrándose solas, llenándose de arañas vasculares moradas y pústulas asquerosas. Y mi imagen en el espejo de repente se volvía la tuya. Me mirabas desde el otro lado y me decías: "En esto te estás convirtiendo".




El chupito morado fue definitivo. La cara de asco se me quitó, sí, no paraba de reír, y no pasaron ni cinco minutos hasta que empecé a hablarle de ti al Empanadillo. Cada uno se refugia donde puede, no hacía demasiado rato le hablaba al Hobbit de que a ti no le quedaban bien los trajes de chaqueta, o suspiraba mirando posters de Jack Daniels, pero con el Empanadillo realmente viajé al pasado y me emocioné hasta casi llorar. "B esto, B lo otro", "Cuando estuve en el pueblo donde nació él, alquilamos un coche, y era enorme, un Impala, ¿sabes cuál es? Allí hay muchos, es el que usa el FBI. Y lo subimos a Nueva York, entramos con él en Manhatann, fue una locura... ¿No tengo en el facebook esas fotos? Yo creo que sí... Hicimos fotos conduciendo por Brodway... hace mucho que no las miro porque me pongo muy triste... O sea, triste pero también a la vez soy muy feliz, aunque sepa que no voy a vivir nada así nunca más, pero lo que cuenta es que lo viví... ". Y el Hobbit mira justo cuando digo que "no sé si alguna vez he sido más feliz que esos días, cuando veo las fotos siempre pienso que no".



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