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martes, 26 de febrero de 2013

El secuestrador zombie y los siete enanitos.

El día de ayer, contra todo pronóstico, estuve bastante cargada de energía. Apenas dormí -ya vistéis a qué horas escribí-, pero alcancé el sueño REM. Y lo sé porque cuando me levanté, incluso antes de que me sonase el despertador —porque me meaba viva, hablando claro—, de repente, sentada en el señor roca, se me escapó en alto un "hostia puta" al recordar lo que había soñado. Ya, ya lo sé, hablo fatal, el Hobbit dice que soy la versión en castellano de Deb, la hermana de Dexter.

A lo que iba. Yo vivía en un piso que no era el mío, una especie de casita o algo así, comunicada con otras por un patio. Todas juntas eran como una comunidad de vecinos, a lo Melrose Place, pero en pobre. Yo vivía, por lo visto, con un hombre que no sé bien qué relación mantenía conmigo. Yo le tenía cierto miedo, es decir, yo en mi sueño estaba muy intranquila. Le iba a echar pero realmente no quería que se fuera. Era un sentimiento muy contradictorio —algo que no he sentido nunca yo antes, por supuesto, ¿sentimientos contradictorios yo? Nah—. Le decía algo como "Te tienes que ir, me han dicho que pensabas acabar conmigo; sabes que lo mejor es que te vayas". Me sentía traicionada, por lo visto alguien me había dicho que ese tío  pensaba matarme. Él me decía que tenía razón yo y que, aunque me quería (luego os digo mi teoría sobre esto), sí era cierto que con el tiempo iba a matarme porque no lo podía evitar así que lo mejor para los dos era que se fuera. Pero no se iba, se quedaba en el hall de la casa y no se iba. Entonces yo le agarraba, abría la puerta y le sacaba, pero no por la fuerza, sino que le cogía como si fuera un maniquí muy pesado. Así se mantenía él, como inerte. Y en esos momentos tomaba la forma como de un zombie del libro "Y pese a todo..." —un sueño mío sin zombies es menos habitual que una madre que no te dice que te bebas el zumo antes de que se le vayan las vitaminas— pero como con una careta de piedra y muy estático. No sé, una cosa muy rara y que daba un mal rollo de fliparla.

Así se volvía ese hombre.
Cerraba la puerta tras él y realmente en ese momento me sentí mal porque se iba, pero a la vez sabía que iba a volver y me daba mucho miedo porque, joder, que al final me iba a matar. 

A la vecina de enfrente, que debía de ser amiga mía, le faltó tiempo para venir a mi casa, entrar y darme la enhorabuena por lo que había hecho. Empezó a decirme que debería haberlo hecho hace tiempo, que vería ahora qué bien iba a ir todo, que iba a ser libre (¿?¿?)... pero que llamara a un cerrajero para cambiar la cerradura porque si no él sería capaz de regresar mientras dormía. Y esa idea solo de oírla me hacía temblar.

Mientras el cerrajero, que por supuesto apareció instantaneamente, cambiaba la cerradura entraban más vecinas a mi casa a darme la enhorabuena y traerme cosas. También entraron de repente 7 niños pequeños, como de 5 años o así, que me recordaron en ese momento a los 7 enanitos de Blancanieves. Fueron pasando alegres y contentos como cualquier niño normal y yo les iba haciendo una caricia en la cabeza revolviéndoles el pelo. Todos insistían en que ahora era libre y que el mundo me esperaba. Por lo visto ese tío me tenía encerrada en casa, me tenía como secuestrada y yo no salía ni al jardín comunitario. Esa fue mi sensación, puesto que tampoco sentí algún vínculo con él, no sé, era raro, era una cosa como muy despersonalizada, yo qué sé.

Así de feliz era yo y así saltaba.
Una vecina me dio un bikini y me dijo que saliéramos al jardín de la comunidad. Así lo hice. Fuera había un terreno bastante grande, con las casitas alrededor y una piscina en medio. Había mucha gente, niños jugando y riendo, y hacia sol. El agua de la piscina salía como una fuente fuera de ella por los bordes, elevándose en forma como de cortina, hasta más o menos mi altura. Entonces yo salía al sol y empezaba a correr y saltar alrededor de la piscina, era como si no hubiera salido de casa en años. Corría como Heidi por las montañas, como Lisa Simpson en el capítulo aquel que estaba drogada, riendome y saltando, completamente feliz. Cerraba los ojos, el mundo iba como a cámara lenta y a la vez muy deprisa y yo seguía corriendo, saltando y riendo alrededor de la piscina con el agua esa cayendo sobre mí. Lo estaba gozando, cada vez me sentía mejor y más feliz, estaba en un estado de felicidad plena y gritaba: "¡Soy libre! ¡Soy libre!". Hasta ahí lo que recuerdo.

Con lo aficionada que soy a ellas, estando haciendo mi primera micción del día, no pude por menos que ver en todo esto una gran metáfora, una metáfora gigante, una metáfora de dimensiones astronómicas, una metáfora más grande que mis ganas de triscarme al Hobbit disfrazados de Bill y Sookie. No, en serio... no pude evitar pensarlo, pensar que quizás mi subconsciente me estaba mandando un mensaje, un mensaje de que echara a mi secuestrador, cambiase la cerradura y fuera libre. Un mensaje de que, aunque da miedo, es tan "fácil" como cambiar un maniquí de sitio. Y lo peor de todo es que él no está contribuyendo de ningún modo a no hacerlo. Es más, creo que el maniquí está ahora mismo parado en la puerta y en parte ha llegado ahí solo, aunque yo le haya ido moviendo un poco el fin de semana. Sólo tengo que cerrar bien y asegurarme de que no vuelva a entrar. Pero no es tan fácil; hoy, después de 3 días de desaparición, me ha dicho que vendrá también este fin de semana otra vez. Si os digo la verdad, tampoco es que tenga ganas de verlo, ya no. He deseado que no viniera, sabe B que lo he hecho, que tenía esa esperanza.

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add: ¿Y lo de los 7 enanitos? Anda que no es raruno. Estaba yo pensando ahora —y diciendo en alto: qué fuerte, qué fuerte— que yo muchas veces he dicho que el Hobbit fue lo que me impulsó a "despertar" del letargo en el que estaba sumida entonces. ¿Quizás es eso? ¿que mi príncipe, el perfecto, el que me despertó, luego no resultó serlo? Supongo que esto es como lo de la astrología y el tarot, que quien quiere se identifica si quiere, con lo que quiera.

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Nota: He cambiado un poco el blog para que las entradas fueran menos alargadas y se leyeran mejor. A Juno le ha gustado. Llevaba tiempo queriendo hacerlo pero la plantilla que usamos es muy vieja y la única forma de cambiarlo era metiéndole mano al código html, por eso no me había puesto, me ha costado lo mío pero por fin lo he sabido hacer. Espero que el cambio sea a mejor y así la lectura resulte más agradable.

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