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miércoles, 27 de febrero de 2013

No me creas mucho, aunque no te mienta.

Eso, que es un verso de Rulo, debe de ser lo que le dice mi alter ego a mi yo, o mi yo primario al secundario, o mi yo inconsciente al consciente. Lo digo porque después de lo que escribí ayer, ese maldito yo, el subconsciente, debió de acostarse con la cara del señor de la foto de ahí abajo. O al menos se levantó con ella porque lo primero que hizo mi yo consciente, o sea, lo primero que hice  después de desayunar, antes incluso de vestirme para ir a clase, fue... ¡escribirle un email al Hobbit! Claro que sí, porque yo NO lo valgo, no lo valgo nada, vaya. 

La cara que le pone mi subconsciente
 a mi parte racional cada vez que dice que
tienen que olvidarse del Hobbit.
Para colmo, a última hora de la mañana, me llegaba un whatsapp de uno de mis amigos de la banda, pidiéndome el teléfono del Duendecillo. Se lo di, claro, y le pregunté educadamente que para qué lo quería. Tanto este amigo, como P, como mi mejor amigo, como el Hobbit, como el Cabrón anulador, el presunto Elfo y el Duendecillo estudiaron la misma ingeniería. Quizás debo plantearme qué me lleva a juntarme con este colectivo, aunque mi principal sospecha gira en torno al frikismo del que suele hacer gala esa gente. El caso es que mi amigo, que estuvo trabajando en la capital y ahora está en la ciudad de Juno, aquí al ladico, me dijo que había visto de lejos al Duendecillo en una entrevista de trabajo que su empresa hacía hoy. Al igual que me ocurrió en Navidad, cuando este amigo me contó que había conseguido el empleo y visto allí al Cabrón Anulador, enseguida empecé a revolverme en mi asiento (hasta la profesora notó que me pasaba algo raro) pensando en qué cojones le pasa al puto Hobbit que no se entera de estas entrevistas. Vale que a mí me pasa igual, somos esa gente que nos enteramos de convocatorias de becas justo el día que termina el plazo y corremos a hacer los trámites en el último momento viéndonos obligados a adjuntar una foto de fotomatón o de la primera comunión en los casos más urgentes, y lo mismo con bolsas de empleo o similar. Pero, JODER, Hobbit... Que mi amigo es muy majo y muy bella persona y el Duendecillo es un ser como venido de otro mundo (pero para bien, no a lo extraterrestre como el Hobbit) pero al lado de mi frodillo son retrasados mentales, que necesitaron 6 y 7 años para terminar una ingeniería de 3, que tardaron un año en hacer el proyecto... Mientras, mi ser sacó todo año a año, hizo el proyecto de septiembre a marzo y sacó un Sobresaliente. Que parece tonto pero luego mira.

Si no le hubiera escrito ya esta mañana, le habría vuelto a escribir, muy enfadada. Luego pienso que no tengo derecho ni razón. Aparte de que se me ve el plumero (a veces no lo oculto y otras veces le escupo, una vez literalmente) es el primer interesado y supongo que el primero al que le jode no haberse enterado por segunda vez, con lo cual no creo que necesite que ni yo ni nadie le machaque más. Pero coño, espabila, que estamos en la España de Rajoy, que no puedes estar así en el mundo, ¡que te van comer!

Mientras aumentaban mis ganas de contacto con ese ser —a pesar de que ayer me hizo sentir FATAL cuando hablamos y sopesé seriamente si cerrarle la puerta en las narices y tragarme la llave—, iban disminuyendo notablemente las pocas ganas que me quedaban de acudir a la fiesta, que es mañana. He pedido a B que llueva y pueda poner excusas creíbles de por qué no ir, ya que salta a la vista (o más bien al oído) que tengo tantos mocos que incluso podría basar en ellos mi dieta diaria y cumplir con los requerimientos proteicos de la dieta Dukan. Ir, iré, porque tengo como la obligación de hacerlo y porque es un día en el que no puedes saber qué va a suceder y si no que me lo digan a mí, que allí tuve mi primera conexión con el Hobbit y allí le dije dos años después que estaba enamorada de él (en realidad era que seguía, pero claro, nunca antes le había yo dado tal información, al menos no con palabras o claramente). Pero eso lo he contado ya treinta veces. 

En fin, que esta tarde debería ir a comprar el avituallamiento y también artilugios para ultimar el disfraz, pero he decidido que no me voy a disfrazar, entre otras cosas porque vamos a estar a temperaturas en torno a los cero grados, así que no creo que sea plan, sinceramente, de ir como una estriper, ahí enseñando chicha en medio de un bosque (que es donde es). Para ir con el abrigo encima pues ya ves, me pongo mi ropa normal y máxima felicidad. Iré con los ánimos con los que fui a la de hace tres años, en plan "bueno pues a ver qué tal", aunque para esa sí me semi-disfracé como ya dije y le conocí, o más bien re-conocí, porque habíamos coincidido muchas veces y nos habían presentado, él había estado durmiendo en el sofá de mi piso compartido incluso, le había llevado en mi coche y todo, pero nunca había reparado en él. Y ese día, entre cientos de personas, entre ellas el Duendecillo, consiguió llamar mi atención por fin... Pero ya basta de ponerme melancólica, ¡ay! Hoy me he puesto las pilas otra vez, no estoy dispuesta a que el día desastroso de ayer me quite la energía con la que empecé la semana, con mil ideas para el proyecto de la universidad que quería rechazar pero que ya no, con la determinación de adelantar trabajo y con la decisión firme de que, maldita sea, ¡voy a aprobar el examen de inglés! Lo haré aunque sea lo último que haga en este mundo cruel, tengo que poder. 

Y así os dejo hoy, sin ansiedad ninguna por las pestañas del email o las redes sociales, con mis dudas sobre si acudir o no la fiesta (sé que ninguna decisión será difinitiva hasta el último minuto, porque así soy yo) y con un pasotismo extraño pero enérgico para enfrentar lo que queda de semana y lo que con ella se me venga. Sí, soy una contradicción en mi misma como decía el Hobbit, pero precisamente esa es una de las cosas que me hace ser como soy, con lo bueno y con lo malo, y sigo pensando que mis mil contradicciones tienen más sentido, mucho más, de lo que a simple vista pueda parecer o del que puedan tener los comportamientos aparentemente coherentes de otras personas. 

Buenas tardes y que la fuerza me acompañe sea cual sea mi decisión.

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