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miércoles, 20 de febrero de 2013

Guía para seguir mejor las desventuras de Niebla (I): El Duendecillo

Hace mucho tiempo, probablemente ya un año, dije que iba a hacer una entrada para explicar quién era cada uno de los personajes a los que voy nombrando en el blog. Al principio escribía para mí principalmente, como mucho para Juno, y ambas sabíamos a quién nos referíamos con cada apodo. Los habituales del blog creo que no llegáis ni a una decena, pero da igual, estoy griposa y no tengo ganas de trabajar (con todo lo que tengo que hacer), así que voy a ponerme a este tema pendiente.

Quizás debería empezar por el Cabrón Anulador, porque sucedió antes en el tiempo y es quién estuvo más tiempo en mi vida, por lo menos "oficialmente", pero no me apetece recordar más malos ratos hoy (hace unos minutos estuve mirando fotos de la fiesta de hace 3 años, lo sé, soy masoca) así que voy a hablaros del Duendecillo.

El Duendecillo (parte I)




Conocí al Duendecillo hace ahora casi 10 años. He contado en el blog que tuve un grupo, una banda de música. Él tenía otro con el que sigue tocando a día de hoy. Un día cualquiera de verano, el Duendecillo vino a vernos tocar, ya que por aquel entonces éramos pocos grupos en la ciudad (ahora hay muchísimos) e intentábamos mantener cierto compañerismo entre nosotros. Me atrajo físicamente desde ese primer día, recuerdo que le miraba desde la tarima y pensaba en quién coños sería aquel chiquillo (estaba segura de que era más pequeño que yo). Como imaginaréis éramos adolescentes. Yo misma me sentía sorprendida al mirarlo, ¿cómo podía algo tan chiquitico atraerme tanto?

El Duendecillo era un chico muy menudo, muy delgado y no muy alto. Tenía -y tiene- una cara como muy dulce, con sus pequitas, sus ojos verdes y su pelo negro como carbón. Dubidubi (ya haré otra entrada explicando quién es este) dijo una vez que tenía cara de gatito pidiéndote un bocado. Lo cierto es que tiene unos rasgos muy peculiares pero imagino que muy armónicos y simétricos porque, aunque yo no lo sabía, un porcentaje altísimo de chicas de la ciudad sentían esa misma atracción que sentía yo. Ahora es más alto (no mucho para ser chico, será como yo) y tiene más cuerpo de adulto, más masa muscular, pero tampoco dirías que tiene la edad que tiene (es un año más mayor que yo). Lo cierto es que durante gran parte de mi adolescencia me sentí atraída bestialmente por sus ojillos verdes élficos y sus pecas, aun estando yo con otros chicos.

Fui enterándome de quién era y resultó que el Duendecillo era como un personaje de serie americana adolescente: guapo (aunque algo lejos del canon oficial por lo de los no-músculos, eso es cierto), tocando un instrumento musical y, claro, con una novia que parecía salida de la Vogue. Además era hijo de familia bien, con bastante pasta. En cuanto a estilismo, pues él mismo dice que odia las etiquetas y no se considera dentro de ningún grupo en especial pero, bueno, para que os hagáis una idea, lleva un rollo alternativo-punk muy a lo Frank Iero (que me encanta, por cierto, y con el que se da un aire más que considerable; está linkeado el nombre si no le ponéis jeto).

Durante años simplemente fue mi amor platónico, como el de otras tantas conciudadanas, alguien totalmente inaccesible. Coincidía con él en bolos y coincidí con él y su novia en el instituto, llegando a tener amistad con esta última sin saber al principio que era su novia.

Cuando yo tenía 18-19 años conocí al Cabrón Anulador, mi relación más larga hasta ahora (3 años, aunque no sé cómo aguanté tanto). Resulta que el el Cabrón Anulador tocaba el mismo instrumento musical que el Duendecillo y además empezaron la misma carrera (que es la misma que la del Hobbit también), así que se conocían, lo que hizo que yo empezase a tener más relación con él, aunque tampoco demasiada. Mi entonces novio el Cabrón Anulador, que también lo tenía en un pedestal (el Duendecillo resulta igual de atrayente seas del sexo que seas y esto es así, y la autoestima del otro desgraciado además era nula), me hablaba de él normalmente por temas musicales, pero hubo una época en la que me empezó a contar cosas más personales a raíz de que la Modelo Nórdica (así me refiero en varias entradas antiguas a la chica que salía con el Duendecillo) le dejó porque se iba a terminar sus estudios fuera y él ya no entraba en sus planes de futuro. Él estaba destrozado. Recuerdo que tenía un blog y yo lo leía, aunque nunca se lo dije. Por aquel entonces yo estudiaba en la ciudad de Juno y empecé a coincidir con él en el autobús que nos llevaba y nos traía los fines de semana, porque él estudiaba allí también. Entonces no había redes sociales como ahora (teníamos myspace por lo de los grupos) pero el messenger, que era mucho mejor que toda esta mierda, estaba en pleno auge. Empezamos a hablar en el bus y alguna noche por el messenger y yo no podía estar más sorprendida: el chico que en apariencia era perfecto, parecía ser incluso más perfecto. Tenía muchas imperfecciones, claro, entre ellas una cierta tendencia a la distimia como yo, aunque era normal considerando que le acababa de dejar su novia después de ¿5 años? (no me acuerdo cuánto salieron). Para mí aquello era más una virtud que un defecto, la verdad. Pero las cosas por aquel entonces no fueron mucho más allá de conversaciones bastante superficiales o sobre música.

La historia comienza de verdad ocho meses después de que a él le dejara su novia, cuando el Cabrón Anulador se atrevía por fin -sé que lo deseaba desde hacía tiempo- a ponerme la mano encima. Es un episodio tan negro para mí que sólo Juno, otra amiga y el Duendecillo saben que ocurrió esto. A raíz de aquello se acabó la relación, que nunca debió durar tanto. También fue en febrero-marzo, estoy maldita. El caso es que mi cumpleaños era en fechas próximas y el destino (y que la ciudad es muy pequeña) hizo que coincidiera con el Duendecillo en el lugar en el que hacíamos botellón por aquella época. Esa noche nos quedamos hablando en un banco del parque hasta que se hizo de día. Recuerdo esa noche con muchísimo cariño. Fue noche de conexión. Nunca había sentido algo así y no lo volví a sentir con nadie hasta años después, con el Hobbit. Sinceramente, no confío en sentirlo otra vez, y además creo que no quiero.

Pero sigamos. A partir de esa noche, empezamos a hablar muchísimo por el messenger, normalmente también por las noches (siempre hemos sido ambos criaturas nocturnas). En cuanto le vio cerca de mí, el Cabrón Anulador rompió todo tipo de relación con él. Bueno, en realidad, al principio le escribía mensajes amenazantes, ya os podéis imaginar el tipo de personaje que era.

El Duendecillo hizo que no me metiera en el agujero que me podría haber metido en aquel entonces y creo que yo también le ayudé de algún modo.

Su personalidad iba mucho más allá de cualquier cosa que yo podría haber imaginado. Como todos, tiene sus cosas buenas y malas, aunque a mí me resulta un ejemplo muy claro de la típica persona que te parece alegre, creativa, inteligente y segura de sí misma, que parece feliz y equilibrada pero que luego resulta tener un mundo interior increíblemente complejo, que no todo es tan bonito y perfecto, que tiene dentro muchos fantasmas, algo a lo que él y yo decidimos llamar "la oscuridad". Y es que cada vez estoy más convencida de que ciertas cualidades buenas llevan casi siempre aparejados ciertos inconvenientes inevitables, que unas cosas van unidas a otras sin que puedan existir por separado. Otra persona que responde a este modelo es la Gafapasta, que dicen que es mi gota de agua (tenéis por ahí entre las entradas más leídas una que escribí a raíz de esto, se llama Era de esperar).

La primera noche que el Duendecillo me besó el mundo se me dio la vuelta. Jamás podría haberme imaginado que ese chico pudiera fijarse en mí, que me eligiera teniendo tanto y tanto dónde escoger (en serio, suena peliculero pero era increíble lo que movía ese chaval). Además, después de la relación que había tenido, tanto mi personalidad como mi autoestima estaban bastante perjudicadas. Pero él... no sé, fue como si me reactivase, como si me devolviese a la vida. La primera vez que nos acostamos (ya llevábamos un tiempo liándonos, quedando y eso), al terminar me dio un ataque de risa. Cuando me preguntó que qué me pasaba, le contesté: "Que me acabo de follar a *inserte aquí su nombre y apellido*".

Continuará (pero a saberse cuando).


PD: Recordad que podéis darme vuestra opinión sobre mi vida hobbital en la encuesta de arriba a la derecha. No sé qué me parece más grave, si que yo haya creado la encuesta o que ya hayan votado 3 personas O_o

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