-->

domingo, 17 de febrero de 2013

Ni todas las advertencias del mundo son suficientes.

Me vestí, me puse guapa, joder, estaba guapa, lo sé, no soy subnormal.
Y ya estoy aquí. Llorando.

No sé por qué lloro, porque no sé nada.

Mi amigas se fueron y tuve que decidir entre mi orgullo y él. Si supiera algo seguro, no habría dudado, pero con él nada es seguro nunca. Así que le dije que no sabía qué hacer. No es que insistiera demasiado en que me quedase o no sé. Tampoco sé qué quería o esperaba. Entramos en un bucle de incompresión como otras tantas veces. Y me iba. Y entonces dijo: "Dame un abrazo". Y en lugar de abrazarle me extraño y digo: "Pero...". Me tiene cogida por la cintura y me dice que es que no sabe si el fin de semana que viene va a venir. Me debe de cambiar la cara, y le digo que entonces sí que me quedo, le digo que cómo que no va a venir. Me dice que no, que sí, que tranquila, que vendrá, que es que está hasta los huevos del autobus pero que va a mirar trenes. Y yo digo: "No, no vas a venir, lo acabas de decir". "Que sí, vengo en tren..., mira...". Y se pone a explicarme los horarios de los trenes, pero yo ya no escucho, yo ya nada. Asegura que vendrá y yo debo de tener cara de mucho sufrimiento. Toda la situación es sumamente incómoda y mi cara debe de ser de máxima tristeza o yo no sé, porque no entiendo nada. Porque entonces empieza a decirme que esta semana hablamos por noséqué pollas que le pregunto qué es y me dice que es viéndonos por el ordenador... Y luego me dice que sí, que el viernes nos vemos, y que hablamos mientras por ese chisme y que tenemos que hacer algo el finde que viene, irnos a algún sitio o algo. Llego a tal nivel de incomprensión que solo quiero llorar como forma de desahogar toda la tensión. "¿A dónde quieres ir?", le digo. "No lo sé, tenemos que hacer algo especial el finde que viene, ¿vale? Piensa algo y hablamos entre semana". Yo no entiendo nada, joder, yo quiero llorar. "Pero si me has dicho que te dé un abrazo que no vienes... y ahora me dices que si vamos a algún sitio ese finde...".

No puedo más.

Le digo entonces yo que me abrace, que sé que no va a venir, y me dice que sí, y empezamos a abrazarnos pero no acabamos, la situación es tan sumamente extraña, absurda e incómoda que lo digo: "Mira, déjalo, esto está siendo incomodísimamente raro, me voy a ir...". Me dice que vale, me giro y ya tengo los ojos humedecidos. Camino unos 50 metros sintiéndome el ser más absurdo de la tierra y no sé si el alcohol o yo deciden que me dé la vuelta, que voy a ir al bar donde iba y le voy a decir que salga a fumar conmigo un cigarro, que no hace falta que hable, que me vale con que esté sentado a mi lado. Y que no pregunte, que soy muy rara y ya.

Y vuelvo. Entro al bar y le busco, pero no está. Salgo y entonces ahí aparece, aún no habían entrado, estaba precisamente fumando el cigarro. me mira y se ríe. "Pero Niebla...". "Dame un cigarro, anda". Le digo que no he podido irme a la cama, porque aún tengo el efecto del alcohol y no quiero acostarme así, que me pongo mal.

Cojo el cigarro y me siento en un banco, va a venir y le digo que no venga, que no es necesario, le espanto. Sus amigos dicen de ir a otro bar, me levanto y camino con ellos unos metros antes de decir que me marcho, que lo que me apetece es estar sola dando una vuelta, que solo quería el cigarro, y que si me da otro para el camino. Me lo da y me dice que cuando dé la vuelta que vuelva, que estarán en ese bar. Pero obviamente me vengo a casa.

Estoy tan cansada... Tan cansada de ser tan estúpida. Tan cansada de no ser capaz de dejar de sentir esto. Tan cansada de seguir siempre con ese algo dentro que me dice que luche, que lo intente, para cada febrero sentir que muero.  No iba a ser menos este.

Quizás no debería haber vuelto, sólo hice el subnormal, aunque también podría haberlo hecho más. Quien no se consuela es porque no quiere. Y pienso y pienso y no entiendo nada. Ni sus palabras de la semana pasada, ni de ayer, ni de hoy antes, ni de hoy hace unos minutos... Todo es tan contradictorio...

Supongo que fui una ingenua una vez más. O no. O yo qué sé. Parece cambiar de opinión a cada minuto. Ya no cada semana, ya no de una hora a hora, ahora es ya en cuestión de segundos...

¿Qué hacer esta semana? ¿Cómo sentirme? ¿Puedo escoger?


4:17: Me llega un sms suyo, que ya se va a casa. Sigo sin entender absolutamente nada. Lo contesto y nada más darle a enviar sé que no va a contestar. Me siento aún peor. Me arrepiento de enviarlo. La mierda.

4:39: No ha contestado. Llamo a la zorra de ojos verdes (joder tengo que cambiarle el apoyo a esta chica), que es una amiga común cuyo equivalente al Hobbit se fue a Barcelona hace algo más de un mes, con la que he llorado esto alguna noche, y con la que descubrí las jirafas sonrientes. Esta noche apenas he estado con ella unos minutos. Ahora está en el bar de siempre, en el que debería estar yo "aprovechando" el tiempo con el Hobbit. He llegado a un punto de debilidad tal que no me siento capaz de controlar esto y estoy demasiado cansada de sentirme tan mal como para resistirme a la opción fácil. "Oye, ¿has mezclado alguna vez las azules con las rosas?". Y así pretendo anestesiar esta mierda de sentimientos, con un parche químico imperfecto.

Pero como mi subnormalidad no tiene límites y mis falsas esperanzas tampoco, dejo abierto el chat de la red social, a ver si se da el milagro de que me despierte con una interacción suya. Y estoy tan tonta -aparte de semiborracha-, que mientras lo he escrito me he dado cuenta de lo patético que es y ya estoy lloriqueando otra vez. Y me doy un ultimátum: si el próximo fin de semana no viene, dejo esto para siempre -lo intento con más ganas al menos-. Pero sigo dejando el chat abierto, y deseando como una payasa que, por favor, me despierte con su aviso. Y vuelvo sentir ganas de llorar.

No hay comentarios :